Epilogo.

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Habían pasado dos años.

Ella había seguido con su sueño de ser maestra, mientras que él había conseguido un empleo en el pueblo y decidió dejar todo en la secundaria.

Era verano, sinónimo de vacaciones y ella estaba de regreso.

Ambos se seguían recordando, aunque en sus versiones más jóvenes, cuando ambos aun tenían dieciocho años.

Ella seguía sola. Había tenido un par de pretendientes, pero seguía siendo igual o más inalcanzable que antes. Un par de veces se había planteado la idea de sentar cabeza y acertar a alguien, pero luego se recordaba que ella no tenía miedo a estar sola. Tenía miedo a estar con alguien que no la amara. Aun seguía siendo tan sensible como hacía dos años atrás.

Él también seguía estando solo, aunque tampoco era tan sorprendente. Pasaba todo el día enfocado en sus cosas, ignorando el resto del mundo. Seguía siendo tan torpe y detraído como en la secundaria.

Quizás los años podían pasar, pero ellos seguían siendo los mismos, solo que mayores. Ella encerrada en su coraza, él perdido en su mundo.

Ese día de verano, justo dos años más tardes del último día que compartieron juntos, ellos se volvieron a cruzar.

Ambos corazones parecieron detenerse un momento, para volver a latir en un ritmo igualado, mientras que los sentimientos de esos adolescentes volvían, sin embargo, ambos hicieron de cuenta que nada había pasado. Ambos se saludaron, pero con un simple "Hola" que ni siquiera fue un "Hola ¿Cómo has estado?".

Un simple "Hola" que fue un punto final a toda esa historia que podrían haber vivido juntos. Un simple "Hola" que ocultó esos "¿Estás bien?", "¿Aun me recuerdas?", "¿Ya has encontrado a alguien más?".

"¿Aun estamos a tiempo para pensar en un nosotros?"

Pero todas esas preguntas se la llevó el viento y las devoró el miedo.

Murieron, de forma lenta y dolorosa, junto a esas travesuras que nunca hicieron y esos momentos que no llegaron a vivir por algo llamado miedo.

Ambos se encontrarían años más tarde, pero ya no estarían solos. Cada uno habría encontrado a alguien para que ocupara ese lugar vacío. Ese lugar que ambos se habían encargado de mantener de esa forma.

Quizás sí fueron felices, pero de una forma diferente a la que podrían haber sido juntos.

No fueron los miedos, no fue la inseguridad, tampoco el tiempo que corre tan deprisa, ni el amor que muere tan lento.

Los únicos culpables fueron ellos, por no hacerle frente a lo que sentían.

Los únicos culpables fueron ellos, que nunca se quisieron arriesgar a escribir esa gran historia que podrían haber vivido juntos.

Quizás era el destino. Quizás ellos no hubieran funcionado. Después de todo, eran demasiado parecidos, sin embargo, eso jamás lo sabrán.

Jamás podrán hacerlo, porque jamás se quisieron arriesgar.

Fuimos culpables|✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora