Alex era el sueño de cualquier chica, guapo, romántico, simpático, inteligente, todo un dios griego. Él simple y sencillamente es perfecto. Su único defecto; ser él mejor de los pendejos.
Pero para Sophia, Alex era algo más que un chico buenisimo...
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Cinco años de edad.
— Mira mi pollito madre, él sangra.— La pequeña niña miraba a su madre Kylie, con aquel pollito amarillo en sus manos completamente muerto. Kylie la miraba horrorizada, la sangre de dicho animal se escurría por su mejia hasta llegar al vestido de aquella niña.
Siempre era lo mismo desde que su pequeña hija Sophia, fue diagnosticada con esquizofrenia y personalidad múltiple a sus tres años de vida. Estar asustada era mínimo a lo que Kylie sentía, pues temía que aquello le afectara de sobremanera hasta llegar al punto de ser cómplice de una asesina y no era para menos, pues Sophia en sus ataques atentaba consigo misma, dañándose, causándose heridas y golpes o simplemente recurría a dañar lo que tuviera a su alrededor hasta ver lo que mas amaba, sangre.
Kylie y John habían echo lo posible para que Sophia fuera tratada fuera de un psiquiátrico, al ser tan pequeña temían que su recuperación no fuera favorable dentro de cuatro paredes. Así que la dejaron bajo sedantes y medicinas para una estabilización.
“Es una enfermedad incurable” les había dicho el doctor, “Pero es tratable, con un tratamiento favorable ella podrá tener una vida normal” Y si lo era, la esquizofrenia podía ser tratada, mas no curable, con un tratamiento favorable Sophia iba poder controlar la enfermedad y a ella misma, ¿Pero cómo iba a hacer eso una niña de apenas cinco años?
¿Lo lograría? ¿Podría controlar su enfermedad? ¿Podría controlar sus personalidades? ¿Podría llevar una vida normal?
Kylie dejo de pensar en aquello y remplazó esos pensamientos por lo que debía hacer cada vez que Sophia sufría un cambio de personalidad. “No le permitan hacer lo que ella quiera, debe ver lo que ha echo mal, mostrarle su error para que pueda comprender y por miedo se detenga a cometer acciones incorrectas.” Y asi lo hizo Kylie,— Sophia, no puedes hacer eso. Imagina que ese pollito fuera yo, ¿Le harías daño a mamá?— Ella negó horrorizada.
— No, no mami.— Los ojos de la pequeña fueron hacía el pequeño animal en sus manos y luego a su vestido cubierto de sangre.
Kylie se felicito mentalmente, había logrado su cometido.
— Cariño, has cometido algo realmente grave. Estarás castigada, no podras salir mas al patio a jugar con las gallinas, ¿Entiendes porque te estoy castigando?— la pequeña niña asintió con lágrimas en sus ojos,— ¿Puedes decirme por qué?
— Yo he lastimado a mi amigo pepe, pero mami fueron ellos los que me dijeron que debía hacerlo.
— Sophia quiero que me escuches con atención, mírame.— Los ojos cafés de la pequeña se cruzaron con los de su madre.— No dejes que ellos te controlen, tu puedes decirles que no y si insisten ven conmigo, dime lo que quieren que hagas y yo me encargare de ellos. No dejes que te controlen, tu diles a ellos lo que deben hacer. No les temas porque no pueden lastimarte. ¿Entendido?
