En la Disco

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Todo ese asunto de la discoteca había sido algo muy extraño. Todo había sucedido tan de repente, tan improvisadamente.

La brigada del Coronel Mustang había sido recién transferida de East City a Central y eso era algo para celebrar, eso lo tenían claro todos sus miembros y Roy lo había propuesto el segundo día de su llegada.

—Hay que celebrar —dijo de la nada, aprovechando que Hawkeye había salido de la oficina—. Por la transferencia, porque en Central hay más mujeres guapas, porque estoy más cerca de patearle el culo a Bradley, por todo.

Muchos asentimientos de cabeza y vítores se dieron lugar en la sala, secundando la propuesta de su líder. Los presentes estaban muy de acuerdo en que debían festejar y vivir la vida loca aunque fuera sólo por esa noche, así tal vez olvidarían los problemas que los aquejaban y la montaña de papeleo que había sobrevenido con su traslado a la capital.

Todavía tenían las chaquetas a medio poner, pero ellos ya estaban con un pie fuera de la oficina. Lástima que Hawkeye llegó justo en ese momento con un gordo maletín (que Fuery se jactaba de afirmar que era más papeleo) a arruinarles el ambiente.

—¿Adónde se dirigen? —preguntó Hawkeye con la mirada seria. A todos se les subió la bilis a la garganta—. Su papeleo aún no ha sido terminado.

Un aura depresiva se apoderó de los hombres allí, que ya sentían como pesadas cadenas salían del suelo y los jalaban para amarrarlos a sus escritorios, obligándolos a seguir llenando odiosos papeles.

—Teniente —se envalentonó Roy. ¡Hey, él quería salir a divertirse!— Vamos a... saldremos a festejar —finalizó rápidamente, temiendo por su vida y sintiendo el apoyo moral de sus subordinados telepáticamente.

—¿Festejar qué?

"¿Por qué no termina con este suplicio ya?" se lamentó Roy en su fuero interno.

—Nuestra transferencia a Central —se arriesgó a decir, en lugar de inventar una mentira (como que Havoc por fin tenía una novia o que Falman ya era padre de mil bebés).

Después de esa declaración hubo un momento de silencio en el que hasta los ruidos del pasillo más lejano se alcanzaban a escuchar.

"Morirá" pensaba Breda, temiendo por la vida de su superior, pero disfrutándolo en el fondo de su ser... bueno, no tan en el fondo.

—Me parece buena idea —un "¡¿QUÉÉÉ?" general acabó con la quietud de la sala y Riza ignoró esta grosería. ¡Ella también sabía divertirse y tomar descansos de vez en cuando!— Conozco un buen lugar.

OoOoOoOo

El lugar estaba oscuro, lleno de humo ambiental y olor a cigarro y alcohol, mucho alcohol. Luces chillantes de neón se paseaban por todo el lugar y el estridente sonido de la música no dejaba ni escuchar tus propios pensamientos. En fin, era una discoteca.

—¿No piensan sentarse? —preguntó la única mujer del grupo mientras cantaba la cancioncilla que resonaba por los altavoces y que Falman no reconoció de nada, ni para qué hablar de los otros hombres.

A estas alturas ya se les debería haber pasado todo ese asuntillo del shock emocional, pero la brigada Mustang no podía poner un pie delante del otro aún. La rubia puso los ojos en blanco. ¡Hombres! ¿No era que querían celebrar? En fin. Haciendo un gesto con la mano llamó al mesero y pidió un trago, luego, viéndola tan relajada, los hombres se unieron a ella rellenando los lugares vacíos alrededor de la mesa.

Tímidamente, Fuery preguntó lo que todos se morían de ganas por saber.

—¿Cómo conoce este lugar, teniente?

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2018 ⏰

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