Capítulo 1.- Despedida de millonarios

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Dean resopló cuando le entregó las llaves de su auto a uno de los chicos del ballet. Estaban en lo que fácilmente podía calificar como la casa más grande que había visto en su vida. ¿Había un tamaño mínimo para que una casa pueda ser clasificada como una mansión? No lo sabía.

Por décima vez en lo que iba de la noche Dean aflojó en nudo de su corbata y volteó a mirar a su hermano. Sam parecía más nervioso ahora que habían llegado al lugar, como si todo se hubiera vuelto real de un minuto a otro. Casi podía escucharlo reprenderse a sí mismo por no volverse a hacer la estúpida coleta de la que él mismo le había hecho quitarse antes de salir de casa.

"Nadie que vaya peinado así entrara a mi auto" Le había dicho, y jamás lo haría.

─Sabes que te odiaré el resto de mi vida por arrastrarme a esto, ¿verdad, Sammy? ─dijo, sonando mucho menos irritado de lo que se sentía.

─Sí ─Sam sonaba escueto y Dean rodó los ojos.

─Bien, deja de peinarte. Entre más pronto entremos más pronto nos largaremos.

Sam era abogado. Hacía algunos años había logrado entrar como pasante a una de las más prestigiadas firmas del país y ahora al fin trabajaba formalmente para ellos. Este era uno de esos eventos a los que, a falta de una novia, Dean se veía obligado a acompañarlo. No se quejaba, estaba orgulloso de su hermano y siempre se las arreglaba para encontrar buena compañía en ese tipo de ambientes.

***

Castiel estaba sentado al pie de la escalera de servicios, tras las bandejas de canapés. Fumaba descuidadamente un cigarrillo mientras los meseros corrían de un lado para otro. "¡Estas contaminando mi comida, jovencito!" podía escuchar a Gabriel decir en su cabeza, pero no le importaba. Estaba estresado. Este tipo de eventos le daban dolor de cabeza y no había sido lo suficientemente hábil como para lograr zafarse del compromiso.

─¿Estas planeando que ¨Loki¨ te asesine? ─la voz de Balthazar sonó detrás de él, con su molesto acento inglés ondulando cada palabra que salía de su boca─. Porque lo vi arriba y si baja...

Castiel gruñó, frunciendo el ceño, pero no respondió.

─Cassie ─El hombre rubio se sentó a un lado de él y le pasó una mano por los hombros, sin darle tiempo a que reprochara─. ¿Me ignoras?

─No hables ─dijo Castiel─. Encuentro bastante molesto tu acento.

─Que curioso, todos los hombres me dicen lo mismo ─sonrió Balthazar sin ofenderse─. Las mujeres por otro lado lo aman.

Por un minuto ambos guardaron silencio. Castiel no tenía amigos, solo familia y aunque Balthazar era más bien amigo de su hermano Gabriel, se podía considerar como su excepción a la regla. Era un hombre risueño y de moral distraída que por alguna razón disfrutaba de su compañía, al igual que él de la suya.

─Odio esta casa ─habló Castiel cuando sintió que el silencio era demasiado para seguir soportándolo.

─Losé, pero no esta tan mal ─dijo Balthazar, quitando el cigarrillo de su mano y aplastándolo con su zapato─. Sube Cassie, diviértete. Esta noche no tienes que encajar en los estándares de Michael. Es una fiesta, no una reunión de negocios. Aprovecha.

Castiel lo miró. Jamás había encajado en los estándares de nadie. No importa lo mucho que se esforzara por entender el comportamiento implementado por la sociedad, siempre parecía que había nacido un par de siglos fuera de época; pero tenía razón, esta era una fiesta.

─Sigo odiando tu acento ─dijo como toda respuesta y Balthazar sonrió.

─¡Esa es la actitud! Vamos por una copa.

Eres mi poema número 12  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora