Pero al llegar a mi casa la madre de Eduardo siguió insistiendo por teléfono que si yo no me sentía bien ella podría hacerse cargo de la pequeña, al final fue tanta mi inseguridad que de nuevo caí en el psiquiátrico, está vez por 21 días, allí aprendí que no todas las madres son iguales y que esos miedos son normales para algunas primerizas, al salir pude volver a mi vida normal con mi niña, pero notaba raro a Eduardo, cuando en marzo iba a ser el cumpleaños de él, me dijo que quería pasarlo con su familia (¿O sea la niña y yo que éramos?), estuvo una semana en su ciudad, cuando volvió vi un regalo sin abrir dentro de su maleta cuando arreglaba las cosas, y con la tarjeta que decía con cariño de Elsa... el nombre de su novia anterior.
Cuando se lo mostré, me dijo que la muchacha supo que andaba en la ciudad y le llevo al terminal ese presente... que buena ex le dije, se enojó y me trato de insegura. Al final, aparentemente todo siguió igual, pero una noche casi un año más tarde me llegaron mensajes a mi correo de Elsa, que ellos habían vuelto a retomar su relación desde incluso antes de que naciera mi niña, una madrugada me llamó, me dijo que ahora yo era la engañada, se rió en mi cara. Cuando le dije a Eduardo, no pudo seguir manteniendo su mentira, pero nuevamente me dijo que como yo solo quería estar con la niña, se había sentido solo y por eso volvió con ella, que, aunque estaba casada, quería estar con él, de nuevo me dijo que mi frialdad le había hecho buscar alguien que si lo entendía.
Según dijo lo enojaba que no yo quería salir con él por estar con mi niña, me decía que mi mamá se quedara con la bebé, que le gustaba cuidarla, si le dije, mientras yo trabajo está bien, pero llegando no, yo soy su madre, no ella, siempre teníamos esas peleas.
Al final de nuevo sentí que yo era la que había fallado y perdoné, pero también empecé a temerle, su mirada se volvió oscura, era temible. Según la niña crecía, las cosas iban de mal en peor, antes del año la pequeña no se comportaba normal, pero Eduardo decía que yo era la que quería que nuestra hija tuviera problemas, que sufría el síndrome de Münchhausen, llegó a prohibirme que la llevará a un neurólogo porque solo eran cosas mías, tanto insiste que a los 3 años y medio me permitió llevarla para que el médico me dijera que la niña era muy regalona solamente, y que la enferma era yo. La diagnosticaron como autista, luego la lleve a dos neurologías más, el diagnostico final fue trastorno autista, por suerte tuve la posibilidad de un ascenso en la oficina, con más sueldo, obvio más responsabilidades, pero lo económico lo compensaba, así que lo tome, Eduardo no quería, porque tendría menos tiempo para él, pero pensando en todo lo que se venía acepte. Menos mal que mi hija empezó a mostrar mejoras en su comportamiento, en el verano cuando cumplió 4 años, intentando enseñarle a hablar, logre que aprendiera a leer, cosas que pasan.
En ese tiempo una noche que él no estaba se le cayó un bolso que usaba, salieron varios condones, cuando volvió le mostré todo, no moví nada, me dijo que él no sabía nada, que seguro era una broma de un compañero, me lloró y amenazó con matarse, yo pensé en la niña, y de nuevo dije tal vez es verdad.
A mi hija todavía le costaban leer varias palabras, por eso su papá le escribía mensajes en el celular, era un juego entre ellos, pero mientras él dormía una tarde ella igual lo tomó y me lo llevó, yo con ojos llorosos le decía que eran mensaje donde su papá le escribía que la quería más que a nadie, pero en realidad eran mensajes para sus amantes, así en plural. Esa noche le pedí que se fuera, esa fue la primera vez que me enfrente a él, de nuevo su mirada era la del diablo.
Sus ojos despedían fuego, vi una maldad como nunca más he visto, yo era su mujer y nunca debía dejarlo, si lo hacía amenazó con matarse, le pase un cable: hazlo ya, no me importa le dije.
Entonces hizo lo que nunca pensé, me amenazó que si se iba se llevaría a la niña con él, porque yo era una loca y que cualquier tribunal me la quitaría, y si él sabía que yo estaba buscando información o pedía consejo se la llevaría inmediatamente y no la vería nunca más. No pensé que usaría a su propia hija de esa manera, reconozco que fui débil, tuve miedo de no verla nunca más, mis inseguridades y mi depresión fueron creciendo al tener que ceder a sus amenazas. No caí de nuevo al psiquiátrico, pero mi vida en casa era peor día a día, él me decía que me seguía amando y que las otras no eran importantes, que no podría vivir sin mí, luego ya ni se disculpaba por sus traiciones, era como: lo descubriste, peor para ti.
Un tiempo después me llegó un mensaje de una mujer; que dejara de presionarlo con la niña y que lo dejara libre para que pudiera ser feliz con ella, ya las cosas estaban muy mal, lo más terrible era cuando quería que tuviéramos sexo y yo debía someterme a él, fueron tres años de vivir con un demonio salido del infierno. Incluso me obligaba a ver pornografía para que tuviéramos sexo, quería que yo me excitara al estar con él, pero lo único que conseguía era que yo luego corriera al baño y me metía a la ducha, me sentía sucia.
Llegados a ese punto no se podía sostener la situación, tenía que pedirle permiso hasta para cortarme el pelo. No quería que me maquillara, que, si él me amaba así porque me quería arreglar para los demás, lo mismo cuando quise bajar de peso, que me amaba gorda, que no debía importarme lo que dijeran los demás, incluso los médicos.
Luego fueron los amigos, los pocos que me quedaban luego de saberse que mi niña era autista, según él eran conflictivos porque me aconsejaran que me separará de él, para no tener más peleas, empecé a dejar de hablar con ellos, hasta que me di cuenta que no tenía a nadie.
La bomba explotó cuando quiso que dejara mi trabajo para irme a vivir de allegada a casa de sus padres, porque allá hay mejores colegios para la condición de la niña. Pero le dije como nos mantendremos en tu ciudad, los sueldos son bajísimos, no hay problema me respondió porque seguiré trabajando acá, cada tres o cuatro meses las iré a ver.
Allí algo que estaba oculto en mi apareció, NO le dije, no dejare mi vida acá por algo así.
Esa noche la niña tuvo una descompensación muy grande, la tome en brazo para que se calmara en el dormitorio de mi mamá que es donde dormía, porque él decía que nuestra pieza era muy chica y como mi mamá tenía una más grande y cama de dos plazas, "era mejor para todos".
La niña se puso tiesa y dobló la espalda, yo todo el día había estado limpiando y tuve miedo de no tomarla bien y que se lastimara, así que a unos 15 o 20 cms. de la cama abrí los brazos y la deje caer, inmediatamente él se puso como una fiera, me acuso que yo había tirado a la niña contra la cama, fue horrible, me reclamo que maltrataba a mi hija, y que mientras no le pidiera perdón a él por eso no me volvería a hablar.
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Nunca Más
RandomUna mujer cuenta su vida, y todo los acontecimientos que le han pasado, lo que la ha transformado hasta el punto que ella misma no se reconoce.