2.-

41 7 5
                                        

YoonGi se quedó dormido en el salón y como era de esperarse, nadie lo despertó, realmente no era una persona de lo más querida en su salón. SeokJin por su parte, había tenido una incómoda conversación con otra chica más que le declaro su amor, como siempre el tuvo que explicarle las razones por las que no debían estar juntos, cansado por la situación en la que se hallaba atrapado, no le gustaba dañar al resto. Todo parecía ir en orden, salvo por la muchacha, para ambos ese día era uno más de su normal rutina, o bueno...parecía.

—¡Auch! —gritó el pequeño castaño tirado en el piso junto con sus libros y un ligero dolor en su espalda baja, al alzar la vista pudo reconocer la razón por la que ahora se encontraba ahí. Alcanzó a ver a una chica que corría con lagrimas en los ojos soltando lastimeros sollozos, ella no se detuvo ni un instante al ver que ocasionó la caída del castaño, demasiado afectada por su reciente rechazo— No puede ser —murmuró él para sí mismo mientras observaba a la chica desaparecer por los pasillos y a uno de sus cuadernos reposar arrugado en el piso justo bajo una de sus manos.

—¿Estás bien? —Escuchó una aterciopelada voz mientras una mano se extendía para ayudarle. ¡Ah!, nunca pensó en su corta vida tener tanta suerte como para poseer una oportunidad tan magnífica de dirigirse hacia el precioso muchacho de piel pálida.

Esa voz... no, era imposible, no podía ser la voz que creía que era. Su mente divagó unos segundos perdido en sus pensamientos, dudando unos minutos en si regresar su mirada al origen de esa voz, logrando alarmar al joven que frente a él esperaba ansioso que le dirigiese al menos unas palabras. Finalmente lo hizo, así es, logró levantar la cabeza para clavar sus orbes en los que por tanto tiempo pudo apreciar de lejos y como si se tratase de una película, no fue posible para ninguno de los dos hacer en ese preciso instante nada, más que observarse con expresiones incrédulas en completo silencio que poco a poco los convenció de que no era nada más que una ilusión la figura delante e incluso la situación.

—Vamos, no muerdo —¿Lo dijo? ¿Realmente fue su risa la que acompañó esas palabras?, no estaba seguro, ciertamente lo dudaba bastante, pero rogaba porque no se reflejara en sus gestos el enorme caos que era su interior al hablar por fin frente a frente con ese castañito de mirada dulce que lo único que hacía en ese momento era aumentar en su pecho el ferviente deseo de llenar esa delicada piel de besos húmedos y amorosos. Se regañó mentalmente por ese pensamiento. ¡Acababa de conocerlo! ¡Esa era la clase de pensamientos que no debería tener!

Mientras aquel rubio debatía mentalmente con sus propios instintos, el otro había cedido ante ellos de la forma más irremediable, tomando entre las suyas esa mano extendida frente a su rostro sólo para comprobar si no estaba viviendo una simple ilusión causada por su irremediable amor. Vaya que no entendía qué esperaba su propio cerebro con esa acción mas que morir de la vergüenza, tornando sus mejillas al rojo vivo sin ser capaz todavía de procesar el contacto cuando sintió un jalón fuerte pero delicado que lo dejó cercano a un cuerpo que parecía llamar al suyo, todo estaba pasando demasiado rápido para su pobre corazón que latía como un loco. Una suave risa le hizo parpadear rápidamente para volver a la realidad, SeokJin había soltado ese ruidito tan sublime que juraría guardar en su memoria, al parecer al menos uno de los dos logró mantener sus sentimientos apacibles para poder tratar con el otro de la manera correcta. 

La mirada del castaño perseguía todos los movimientos de su amado cuando este se inclinó a recoger las pertenencias que dejó caer el piso. Lo que esperó toda su vida por fin estaba sucediendo; su alma gemela le brindo una cálida sonrisa al entregarle los libros y tocar sutilmente su mano, un toque tan simple y a la vez tan intimo, nunca pensó que se encontraría en esa situación que para muchos era simple, pero que para ellos significaba el reencuentro de dos corazones dispuestos a amarse en cada una de sus vidas.

—Bueno... no hablas mucho, ¿verdad? —preguntó entre risas el más alto, sus ojos brillaron de manera irreal luego de notar las mejillas del castaño volverse aun mas rojizas que antes, eso le provocaba tanta ternura y le daba más confianza para seguir promoviendo la conversación. Tosió un par de veces sintiendo que su rostro se encendía al notar los ojos del castaño sobre el mientras su cerebro se hallaba guardando como "prioridad" en su memoria las imágenes que le brindaba el muchachito al estar avergonzado— Te parece si...si nos... ya sabes —murmuró tratando de organizar las ideas de su mente, nunca antes se sintió tan nervioso al querer hacer una simple invitación—, ¿si nos vamos juntos? —Por fin soltó desviando la mirada y tocando nerviosamente su cuello, no lo culpen, de verdad quería hacerlo bien con ese chico, se odiaría a si mismo si lo arruinaba.

—Claro —fue lo único que atinó a decir sin tartamudear, ocultando su rostro entre los libros que apenas había recibido del muchacho y sintiéndose cohibido al imaginar que le estaba viendo, ¿tenía algo en la cara o porqué cuando levantó la cabeza le estaba viendo?— dejaré esto y luego nos vamos, ¿sí? —lo dijo tan bajo que ni siquiera está seguro de haberlo dicho en verdad, parecía más como si lo hubiera pensado, pese a la probabilidad de que el otro no lo haya escuchado, se giró para caminar hasta los casilleros que estaban unos pasos adelante. Guardó sus cosas en silencio con un calor agradable recorriendo su cuerpo y sintiendo que su corazón en cualquier momento saldría de su pecho debido a las emociones que estaba experimentando. Por el contrario, su compañero se dedicaba sonreír en grande, cualquiera que lo viera pensaría que acababa de tener el mejor día de su vida y ciertamente él lo consideraba así.

Pasaron los minutos y ambos ya se encontraban fuera del instituto y la casualidad actuó una vez más curiosamente a favor del amor, sus hogares eran en la misma dirección por lo que caminarían juntos hasta sus respectivos destinos, ambos siendo conscientes de la existencia de medios de transporte; pero ignorando olímpicamente este factor con tal de pasar más tiempo con el otro.

El trayecto fue callado, lleno miradas disimuladas y uno que otro comentario sobre el clima y las clases del día. El silencio volvía a hacerse presente una y otra vez, pero no les molestaba ya que la compañía del otro era suficiente para sentirse bien.

Una vez llegaron a la entrada de la casa de YoonGi, fue SeokJin quien tomo la palabra proponiéndole regresar juntos el resto de días, el rubio estaba orgulloso de haber sonado confiado aunque por dentro los nervios lo consumían. El alterado pulso del castaño se volvió aun mas frenético ante la tentadora propuesta, asintió con la cabeza sin ser capaz de pronunciar una palabra y eso bastó para que el contrario emanara un aura de felicidad y se despidiera de él para salir corriendo a su casa casi dando saltitos. YoonGi se quedó parado en la entrada por unos minutos sin salir de la conmoción, cuando por fin entró lo primero que hizo fue acostarse en su cama y abrazar con fuerza su almohada sintiéndose como un adolescente enamorado, pero es que así era, ¿no?

El destino actuaba a su favor...que alegría.

El ciclo del amor [SuJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora