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   Enfocó, esperó y, justo en el momento preciso hizo "click" al botón de su cámara de fotografías instantáneas. La foto salió y él la tomó antes de que cayera al suelo, la sacudió por algunos segundos, mientras aún tenía la mirada pérdida en su modelo, cuando la foto estuvo lista sonrió al ver lo perfecta que ésta había salido. El chico al otro lado de dónde él se encontraba; tenía sus audífonos puestos, estaba sentado apoyándose contra el tronco de una árbol y con los ojos cerrados. Sintiendo la música o quizá dormido.

La iluminación que creaba el sol que apenas y podía traspasar de la voluminosa copa del árbol le daba un toque mágico a la escena que ahora tenía retratada. Del bolsillo de su pantalón sacó un marcador permanente negro de punta fina y en la parte trasera de la foto, en el borde superior, escribió la fecha de ese día y una breve descripción en el centro, con su fea letra torcida semejante a la de un estudiante de medicina .

Viernes, 12 de Abril:

"Portabas unos auriculares blancos mientras escuchabas algo que te hacía lucir en paz. Sentado en el pasto, ensuciando tu ropa. La luz que se filtraba por las hojas del árbol hacía relucir tu hermosa piel color canela".

Era su modelo favorito. Kim Jongin; Facultad de Artes al igual que él, dos cursos más abajo y en el campo de Danza y Expresión Corporal. Lo vio por primera vez en el campus dando piruetas de Ballet por el amplio jardín mientras hablaba con un chico de su mismo campo. Él no pudo escuchar esa conversación, pero quedó fascinado con la belleza de los movimientos del chico quién hablaba y bailaba con tanta naturalidad y facilidad que no esperó ni un solo segundo antes de tomar la primera de muchas fotos polaroid que tomaría durante un extenso y agotador año.

Su teléfono sonó al ritmo de una pegajosa canción de un grupo de chicas que era muy popular actualmente y que él odiaba, siendo ese molesto tono la alarma que anunciaba que debía volver al lugar donde vivía. Después de guardar sus cosas y suspirar pesadamente dando un último vistazo a su musa, se levantó del suelo, sacudió su ropa y emprendió camino hacia el apartamento que compartía con su actual pareja o algo así. Desde hace un tiempo también no sabe si siguen juntos o no.

Se colocó sus auriculares, puso play a su lista titulada; "lo que sea" sus oídos empezaron a llenarse de esa dulce y pagajosa melodía de piano, caminaba por la acera mientras el sol se ocultaba, usualmente tomaría una foto pero ese día no estaba de humor, encendió un cigarrillo con su encendedor, ambos sacados del bolsillo de su pantalón, y empezó a dar largas y profundas caladas, sintiendo el sabor de la nicotina y el petróleo llenarle la boca y calmar su ansiedad.

Sonrió irónico ante la contradictoria letra desanimada mezclada con ese ritmo tan entusiasta. Daba pequeños pasos torpes, medio bailando al ritmo de la melodía mientras los demás transeúntes lo tomaban por loco al verlo.

Cuando hubo acabado su cigarro y llegaba la parte más intensa de la canción empezó a cantar en voz baja, haciendo muecas exageradas cuando la canción estaba por terminar y se repetía la misma frase una y otra vez.

Un suspiro, finalizado con una pequeña sonrisa, salieron de sus labios en los últimos segundo de la pista.

Llegó a su edificio y subió al elevador, sin quitar los cascos de sus oídos ya que odiaba la música del elevador, y tampoco quería lidiar con la fastidiosa voz chillona de su novio, que de seguro le reclamaría por el hecho de seguir vivo. Antes de llegar a su pido buscó sus llaves en su mochila, la cuál iba cruzada en su pecho.

Tomó el juego de llaves, que fue fácil de hallar por el llavero de teru teru teru con expresión drogada (simulando el logo de la banda Nirvana) y qué él mismo había hecho, al llegar a la puerta del apartamento que marcaba en una placa color dorado 7-B incrustó la llave en la cerradura, rezando por qué esta no haya sido cambiada, y girando la llave exitosamente entró al apartamento.

La primera visión que tuvo del interior fue de Baekhyun sentado en el piso frente a la pequeña mesa para café que estaba repleta de hojas y bolas de papel, el más bajo estaba escribiendo algo que segundos después acabó hechó una bola en el piso siendo víctima de la ira frustrada del castaño. Era una de esos días y la verdad no estaba de humor para tolerarlo.

Sin dirigirle la palabra cerró la puerta en silencio, guardando en su mochila las llaves de la cuál sacó un paquete pequeño envuelto en papel blanco, se agachó para ponerlo sobre la mesita y luego se dirigió a la cocina para prepararse un ramen instantáneo, la música aún sonaba en sus oídos y cuando empezó el redoble de tambor de la siguiente pista lo imitó con los cubiertos sobre la encimera de concreto a mitad de la diminuta cocina que conectaba con la sala.

Un grito emocionado llegó a sus oídos y aumentó el volumen de su reproductor. Baekhyun había abierto su regalo de aniversario atrasado que eran un par de audífonos nuevos ya que los otros se habían roto y el mayor aún no tuvo oportunidad de comprar unos por su cuenta. Había tenido ese "detalle" porque un Baekhyun sin música, era un Baekhyun sin inspiración y un Baekhyun sin inspiración era uno frustrado, y eso sólo significaba peleas hasta por el sonido de su respiración, y él odiaba eso, así que esperaba que haber gastado su dinero valiera la pena.

La música estaba teniendo un efecto relajante en él, tanto que se desconcertó un poco cuando el pitido del microondas indicó que su comida estaba lista.

Cambió de canción cinco veces hasta que encontró una adecuada y se sentó en el suelo de la cocina a comer, en silencio, sólo sintiendo su cuerpo vibrar y erizarse por el efecto que la música tenía en él.

Cuándo acabó sólo dejó el recipiente a un lado en el suelo y se quedó ahí sentado, con los ojos cerrados sin hace nada, hasta que sintió un peso extra sobre él y abrió los ojos molesto cuando la música se escuchó ligeramente distanciada gracias a que el más bajo le había retirado los cascos en su parte favorita.

—Gracias por mi regalo. Ahora toca el tuyo —dijo antes de empezar a comerle la boca en un beso demandante, y él sólo se pudo dejar llevar, rodeando con sus brazos las caderas del contrario para acercarlo más...

Está de más mencionar que tuvieron sexo, que ya era lo único que podían hacer juntos sin terminar peleando.

Al día siguiente su alarma sonó, molesta y estrepitosa, y era hora de comenzar otro día de mierda.

Polaroid.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora