La mente como juego de té

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Ahora que puedo tomar un chance para sentarme y vivir al compás de la música puedo reflexionar en algo.

Podemos ver cómo la cabeza misma es una tetera, o incluso podemos suponer lo así, sin base científica ni pruebas ni nada, talvez... Sólo falta ver un poco más allá de un vidrio de la sala.

Suponiendo el enunciado anterior, nuestra propia mente es agua, agua que se almacena dentro de esta pequeña o gran tetera, una que no tiene forma definida ya que es diferente siempre, cabellos rubios o morenos, largos o delgados, rizados o lacios, caras feas o bonitas, largas o cortas, digamos que todo es relativo y siempre distinto.

Una bolsa de té puede ponerse adentro de la tetera, una bolsa que le va a dar sabor y cuando el agua alcance el punto exacto puede volverse algo tranquilizante o rico que va a llevar paz a la lengua o que si no se tiene cuidado y precaución puede quemarte, pero claro, si lo haces bien y tienes confianza en que sabes hacer el té, te acabará sustentando, así son nuestros sueños y esperanzas, pequeñas bolsas de sabor que pueden deleitar las aguas de la mente.

También pueden hacer hervir de mala manera el agua de tu tetera, a lo mejor estabas preparando un té con gran esmero para alguien o alguna situación en particular pero al servirlo, te lo han escupido en la cara, haciendo que la tetera de metal se vaya tostando y quemando y tú pienses "Porqué me esfuerzo en preparar el té" lo cual, no es el mejor de los pensamientos, pero no tienes eso en mente cuando te han tratado mal y el agua que calentabas se ha evaporado y ahora es sólo vapor que vuela y toca las mejillas de cada lágrima que cae.

No somos del mundo, sin embargo, es lindo vivir por él y preparar bebidas calientes para calentar los corazones fríos y ver cómo se derriten para dar a la luz un cálido abrazo en el que nada parece importar, el gesto de tomar una servilleta y limpiar las orillas sucias de la tetera, orillas que se han corrompido por su propio esfuerzo por cultivar el té de los sueños y la esperanza.

Las tazas caen, se rompen y nuevas tazas las reponen, pero talvez hay tazas más importantes que otras, o quizá, tazas inocentes sufrieron por la ira de una pelea, son trozos y fragmentos que no volverán a ser los mismos, por lo que acabas pensando "Qué pasa con los esfuerzos".

Siempre has tenido la amabilidad de agradecer lo que te dan sin importar el sitio, sin embargo a tí... Parece que te dan las gracias de un lado, pero al mirar al otro, te están tirando las tazas y pidiendo silencio de la maldita servidumbre insignificante, tirando el té tan rico y que con tanta ilusión preparabas.

Como si fuera broma insípida de millonario, te piden que no rabíes, pero aunque las quemaduras se curen, el recuerdo sigue existiendo en tu piel, al punto en que pierde sensibilidad de las cosas para recordarte temporalmente el día de los desprecios.

No se trata de dar y recibir, puedes dar de todo corazón, porque amas preparar tu té y acompañarlo con galletas de sonrisas sin embargo, te va matando las ganas cada desprecio y quemadura y te vas volviendo la piel carente de sensibilidad por quedarte esperando un "gracias" pero recibir un "que asco, sociégate".

Ya no te brillan los ojos por cultivar recetas nuevas para las galletas, avena, canela, con maní, de chocolate, todas y cada una serán destrozadas y reducidas a migajas al igual que será desechada la bolsa de té, todo esto por puños que son palabras y cuchillos a la vez...

El día acaba
Y terminas sentado frente a tu mesita de noche con la bandeja de plata fina en la que sirves, esperando y esperando inquietante a que alguien te diga...

"Venga, compartámos este té tan rico."

Pensamientos de una cabeza vacía Vol.2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora