Quisiera contestar, pero no puedo, no, no es un número desconocido, solo me aterra pulsar la tecla y tener que comenzar a formular oraciones, comienza la taquicardia, me muerdo los labios, mi cuerpo no me responde, tengo miedo... y no sé por qué. Día tras día es un tormento, salir de la casa e imaginar que encontrare a alguien y me veré obligada a hablar me pone nerviosa, no soy ni capaz de mirar a los ojos, suelo hablar muy bien en casa y frente al espejo, pero fuera, no puedo evitar tartamudear y se me complica ordenar las palabras, siempre parezco idiota y esa imagen de mí allí como imbécil tratando de emitir un sonido me atormenta. Nunca soy la primera en hablar. Si nadie comienza la conversación definitivamente yo no lo haré. Si tengo un amigo es porque en verdad me ha insistido tanto hasta que derribó un poco esa barrera que pongo ante los demás. La mayoría se rinden y me toman por fría, grosera, apática e indiferente. ¡Claro que hago planes! Acepto invitaciones , me visto, me arreglo, pero a la hora de intentar abrir la puerta, YA NO PUEDO, porque me imagino allí rodeada de gente con la presión de tener que socializar; mi mente en blanco, tronándome los dedos implorando que nadie se me acerque. Mis latidos a mil por hora, mi estómago estrujándose. (y aún no he salido de casa) Cuando no hay otra escapatoria, hago un esfuerzo sobre humano pero termino actuando como robot limitándome a decir palabras cortas, no gesticulo, no hago contacto visual, no sonrío, y seguro que piensan ¡Qué chica más terrible! Ojalá supieran que yo quiero reír, contarles de mí, quiero arrancarme estas mordazas de mi vida, quiero sentirme libre, decir lo que pienso, lo que sueño, pero mi cerebro deja de mandar y boca se mantiene cerrada. Cada noche tengo que programar mi guión del día siguiente, suena tonto, pero practico como pedir un café, como pedir una dirección, como hablarle al mesero, al taxista ¡Absolutamente todo lo cotidiano lo tengo que tener elaborado! Cada movimiento, cada cosa que hago la analizo, todo tiene que salirme perfecto, pues de no ser así, me torturaré a todas horas diciéndome lo estupida que fui al cometerlo, pensando mil posibilidades que estuvieron a mi alcance para no hacerlo. Si logro aceptar estar en alguna reunión social ¡Joder! Al llegar a casa repasaré segundo a segundo cada escena, sintiendo vergüenza de lo que dije y lo que no, de cómo parpadeé como camine y como bebí agua, inclusive aún si esa reunión fue hace 2 años. Yo sé que van a pensar que esto es un miedo estúpido. «A veces, también lo pienso».
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Fraces
Poetryfreces tan simples pero que hablan de la asquerosa sociedad en la que vivimos