Capítulo I: Un Día Especial entre Recuerdos, Imprevistos y Sorpresas

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Desperté de repente en medio de la oscuridad, pues una brisa helada se coló por la ventana de la habitación donde descanso, o descansaba mejor dicho, busco mi celular que se encuentra en la mesa de noche junto a la cama para poder saber la hora actual, para mi sorpresa eran las 4:17 am. Comúnmente despierto temprano, como a las 5:00 am, aunque hoy es de esos pocos días que esa situación cambia, la compañera que reposa a mi lado es el ser que mas amor es capaz de entregarme y es por ello que no deseo interrumpir su sueño, el cual por lo que veo es muy placentero, no se trata de mi esposa o novia, sino de quien ha sido una madre para mí.

Me levante un momento para observar a través de la ventana el panorama que luce el ambiente nocturno a las afueras de la recámara, visualice imágenes que a la vista de muchos es de considerarlas aburridas, aunque a mi vista es totalmente maravilloso, las estrellas brillan como si de una competición se tratase, brillo que solo es opacado por la luz plateada emanada de la luna llena que salio a deslumbrar esta noche, en medio de un escenario completamente negro al que llamamos cielo. Bajo ese despliegue de belleza estaban los arboles que según mi pensar están bailando, debo reconocer que para mis oídos no existe una melodía que motive y guíe sus movimientos, pero aún así están bailando y cuentan con el viento como pareja.

— ¿Por qué no aprovechas a dormir un poco más?— es la frase con la que mi acompañante rompe el silencio que me permitía admirar a total plenitud la hermosura de esta madrugada.
— Tranquila mamá, no tengo sueño así que me levante para esperar que amanezca— fue lo que me dispuse a responder— bendición.
— Dios te bendiga hijo, bueno ya que estamos despiertos los dos vamos a prepara café con leche, así pasa el tiempo más a gusto.
Afirme con mi cabeza, así que camine hasta estar a su lado, le di un abrazo y ella correspondió mi acción.
— Feliz día de las madres— expresando mis felicitaciones hacia ella.

En respuesta me expresa su agradecimiento, luego se dirige al baño y yo quede mirando nuevamente las danzas que son realizadas por los arboles, pasaron unos minutos, ella sale de donde se encontraba y ahora es mi turno de partir hasta allá. Al termino de mi proceso de limpieza, voy a la cocina para iniciar los preparativos de la bebida que haremos. Cuando llegue a ese sitio pude detallar bien la imagen que mis ojos necesitan ver a diario, mi visión capto la cabellera de color plata que posee mi compañera, pintada de esa manera por el pasar del tiempo, cada cabello guarda las historias de una vida, la cual ha sido dura, dolida, bella y feliz, su rostro tiene arrugas que marcan los años que ha vivido, físicamente ya no es la misma joven que fue décadas atrás, pero, su espíritu es más animado y activo que el de una mujer de veinte años de edad.

Una sonrisa contagiosa se aloja en su cara, sus ánimos irradian alegría, en mi vida jamas he conocido una persona tan alegre y de gestos tan cálidos como ella, esta tan llena de vida como un niño y eso es sorprendente. Me ordena buscar el recipiente donde prepararemos el café con leche que acordamos anteriormente, por lo que rápidamente parto a buscarlo, al encontrarlo le vierto agua y lo coloco al fuego, después comenzamos a charlar sobre diversos temas, eramos solo nosotros dos en la cocina hablando a la espera del amanecer.

Al darnos cuenta la bebida estaba lista, pero con una particularidad, nosotros no le agregamos azúcar aún, registre la alacena para hallar dos tazas, objetivo que logre y se las entregué, ella sirvió un poco en cada una y agrego azúcar al resto que contiene el recipiente. Ese método se debe a que tanto a ella como a mí nos gusta consumir esa bebida de esa forma, ella conoce los gustos de todos y nos complace sin dudar, no se detiene a preguntar siquiera a que temperatura nos gusta tomar agua, como madre al fin solo lo sabe y nos atiende de manera personalizada.

La conversación siguió su rumbo, con la fluidez de un río, recordamos anécdotas que quedaron grabadas en el pasado, mi acompañante se dispuso a hacer el desayuno para realizar una visita al igual que cada día de las madres. Sin darnos cuenta los rayos del sol atravesaron el cielo, cambiando su coloración negra por un azul con estampados irregulares de color blanco, el amanecer apareció transmitíendo completa calma, todo esta en paz y tranquilidad, pero con la aparición de la luz solar es de nuestro entendimiento que tenemos que partir de casa por un momento, la meta a obtener es llegar al cementerio para hacer honor a quien honor merece. Particularmente el desayuno que preparó solo necesita ser servido, y lo hizo pero preferimos esperar ver si despiertan los demás y así comer juntos.

La Belleza de la AuroraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora