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ృ「❛Nada puede parar este ardiente deseo de estar contigo; voy a llegar hasta tí, nena. ¿No vas a venir? Es una emergencia, sofoca mi fuego, me muero; dulzura, ven a liberarme...❜」 ೃੈ
—¿Alguna vez te has sentido incómoda estando cerca de un hombre?
Un suspiro frustrado sale de mi interior por la mujer del portapapeles que me hace preguntas impecablemente irritables.
Ella al igual que el resto jamás entenderá que estoy completamente bien.
Todos creen que soy inmune a todo lo que desapruebo.
Estoy bien, todo es porque no tengo una sonrisa pegada en mi cara como cualquier otro ser humano, supuestamente todavía estoy colgada por los problemas del pasado.
Estoy bien. Estoy bien.
—No.
—¿Alguna vez te has asilado de los demás por lo que pasó?
—Mira, estoy bien. No estoy deprimida ni enferma, ni lo que sea que creas que estoy. Estoy perfectamente bien y no necesito ayuda. —Respiro intentando controlarme, cruzando los brazos mientras me tumbo en la fría silla de metal.
Kay se acomoda el cabello rubio por la cara, suspirando mientras baja su portapapeles y arrastra su silla desde el lado opuesto del escritorio.
Golpea con impaciencia sus uñas de acrílico barnizadas de rojo contra la mesa de madera, antes de volver a suspirar.
—Rosemary, sólo intento ayudarte. Mira, sé que no es divertido estar aquí conmigo lanzándote preguntas a diestra y siniestra, pero tu madre dijo que no has sido la misma desde...
—Ella no es mi madre.— La interrumpí bruscamente.
Eliza no era mi madre, era mi tía. Eliza era una mujer de mediana edad que me acogió en su casa hace unos años cuando necesitaba un lugar donde quedarme.
Su novio Josh se mudó la semana pasada y le informó a mi trabajadora social que he estado actuando de manera extraña desde entonces.
Eliza pensó que iba a tener mis problemas de nuevo y decidió llevarme a terapia, otra vez.
Ya he pasado por esto, me harán preguntas y les dirán que estoy bien. No me creerán y hasta que no muestre algún tipo de mejora, tendré que pasar todos los martes y jueves después de la escuela en una habitación no familiar con un adulto que se mete con mi vida.
—Tienes razón; Eliza no es tu madre, sin embargo ella es tu gaurdiana legal y dice que no has sido tú misma últimamente. Ahora, tus discos dicen que...
—Sé lo que dicen, no necesito oírlo en voz alta.— Murmuré para luego ver a Kay girar ligeramente los ojos mientras se levantaba de la silla.