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—“Not your Barbie girl, i'm living in my own world...

La música estaba sonando en los parlantes de la computadora. Yo corría de aquí para allá en el departamento al ritmo de las canciones. Mis manos se llenaban o se vaciaban de ropa y juguetes que encontraba en el suelo y en la habitación.

Casi siempre solía haber un gran desastre por toda la casa, y casi siempre era yo la que se ponía a ordenar todo mientras mis padres no estaban. No lo hacía porque me lo ordenaran, la mayoría de las veces sólo me relajaba deambular por los pasillos con el eco de la música de fondo. Me desconectaba la mente por unos segundos, además era una manera productiva de ocupar todo el tiempo que tenía.

Manuel también me estaba ayudando, cada tanto sentía pasar su sombra detrás mío mientras tarareaba las canciones que escuchaba. En el momento en el que no tenía nada por hacer simplemente me seguía hasta la cocina y se sentaba a comer algo conmigo.

Thank u, next. Thank u, next. Thank u, next. I'm so fucking grateful for my ex...”—La voz de Manuel era tan finita y apagada cuando cantaba que a veces la confundía con un gato.

—No te sale. —Le dije con una sonrisa burlona, llevando una galleta a la boca.

—Callate y sigue ordenando, “Thank u, next. Thank u, next...” ah, esta canción es muy buena.

—No voy a dejar que me diga lo que tengo que hacer una criatura que vive en un cajón de zapatos.

Me levanté antes de que me respondiera y fui a cambiar la canción en la computadora. Ella infló sus cachetes y voló por encima de mí.

—Por lo menos tengo mucho espacio en ese cajón porque casi no hay zapatos. —Se puso a mi altura y me sacó la lengua.

Le dí la espalda y dejé que ella pusiera alguna canción mientras me dirigía a la cocina de vuelta.

—No necesito tener tantos zapatos si casi no salgo por estar contigo perdiendo el tiempo.

—¿Perdiendo el tiempo dijiste? —Se llevó una mano al pecho, fingiendo estar ofendida.

Asentí con una gran sonrisa pícara y me paré para buscar algo de café. Levanté la vista y me fijé la hora del reloj. Aún faltaba una hora y media para que volviese mi papá con mi hermana. De no ser por la ayuda que nos brindaba mi abuela cuidandola, mis padres tendrían que pasársela casi todo el día en casa dándole atención a ese bebé tan joven. Suspiré, si así fuera, Manuel y yo no estaríamos tranquilas nunca.

Un silencio sepulcral invadió la sala, hasta la música en la computadora había dejado de sonar. Solté el frasco con el café en polvo y me dí vuelta para buscar a Manuel.

—¿Manuel? —Avancé unos pasos para ver si no se había quedado en otra habitación ordenando algo. —¿A dónde te fuiste? No me hagas esto de nuevo, sabes que me asusto mucho cuando desapareces así de la na... ¿¡Qué demonios?!

Unas manos enormes me sujetaron de las axilas y sentí mis pies despegarse súbitamente del suelo. Manuel se reía a carcajadas mientras me levantaba hasta el techo y me sacudía. A diferencia de mí, su cuerpo era el doble de grande, por lo que sujetarme no le costaba absolutamente nada.

—¡Oye, no me sacudas así, acabo de comer!

—¡¿Así que pierdes el tiempo conmigo, eh?! —Sentí unas ligeras ganas de vomitar.

—No quise decir eso, para por favor, me estoy mareando.

Manuel me subió hasta su cabeza y me recostó en su espalda, sus orejas peludas chocaban con mi piel y me hacían cosquillas. Comenzó a moverse más despacio, casi parecía una especie de cuna flotante.

Cerré los ojos un momento para concentrar el mareo que me atormentaba. Tomé aire.

—¿Por qué siento que estás intentando que me duerma a cada rato? —Musité apenas con una sonrisa.

—Debe ser porque es más agradable cuando estás callada.

—Idiota...

El silencio se instaló una vez más. El cuerpo espectral de mi amiga deambulaba por el salón conmigo a cuestas.

—Arrepientete. —Susurró.

—Me arrepiento...

—¿Así sin más? —Parecía sorprendida. Quizás esperaba un poco más de pelea.

—El tiempo es algo valioso, y si digo que lo pierdo contigo, es porque tú eres más valiosa que el tiempo para mí... ¿¡Estás llorando?!

Salté de su espalda y caí en el sillón de la sala. Me paré para ver su cara, empapada con lágrimas diminutas. Se dió vuelta avergonzada y volvió a la computadora con el fin de reanudar la música.

—Por supuesto que no, solo me metiste el dedo en el ojo cuando te cargué y no te diste cuenta.

—Mas que meterte un dedo en el ojo se te metieron mis palabras en tu corazón, ¿No?

Manuel giró su cabeza para fulminarme con la miraba, aún tenía los ojos rojos y unas lágrimas traicioneras se escapaban a sus mejillas. Estallé en un ataque de risa incontrolable, ella sólo me ignoró mientras yo volvía a la habitación a continuar con mi labor de toda una tarde. En la sala la música había vuelto a sonar.

Una mueca de felicidad se formó en mi rostro, me voltee hacia la puerta abierta y grité.

—¡Te quiero mucho! —Tomé todo el montículo de ropa para lavar y al pesar a su lado en la cocina agregué: —Y aún sigues sin poder cantar bien esa canción.

***

Espero sea de su agrado, pido mil disculpas por haber tardado tanto y por la poca duración de este capítulo, lo bueno es que al fin estoy de vacaciones y voy a poder escribir con más frecuencia y más calidad.

Ya saben que si encuentran un error ortográfico pueden aclararmelo con todo el respeto y yo voy a estar muy agradecida.

Nos vemos en la próxima. ❤️

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⏰ Última actualización: Dec 17, 2018 ⏰

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