Cap. 1

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Diana. 

Me echo por trigésima vez perfume, para que el olor a vómito se vaya. Con dificultad lo consigo. Me lavo por última vez los dientes, después de haber provocado que mi organismo devolviera todo el desayuno que mi querida madre me había preparado.

Hoy, 1 de febrero, es mi cumpleaños. Y mi madre, como en cada cumpleaños, me ha preparado un desayuno delicioso, claro, en el momento en el que lo comí. Al devolverlo no es tan delicioso. Me asomo al espejo y me doy cuenta de mis ojeras. Bah, nada que no se pueda arreglar con un poco de maquillaje. Aplico rímel a mis pestañas luego de haber puesto la cantidad de maquillaje apropiada. Luego, paso el eyeliner por encima de mis pestañas superiores, haciendo una raya negra por encima de mi párpado. Arreglo las ondulaciones de mi cabello castaño, que está un poco por encima de mi cintura. Frunzo el ceño y pienso ‘vaya, una chica normal’, pero el que suba un poco el fino jersey que cubre mis brazos, se dará cuenta de mi vida. De lo que ahora es mi vida.

Bufo frustrada y coloco un gorro de lana beige encima de mi cabeza. A nadie le ha importado nunca saber mi historia, ni descubrir mis brazos, darme un abrazo y susurrarme que todo estará bien. Eso es lo que hacía mi hermano James, antes de morir. Claro, mi otro hermano mayor, William, es un completo patán y no se preocupa por su hermana. Mejor así, nunca pedí su ayuda.

Cojo mi bolso con mis libretas dentro y me dirijo a la salida.

-         -Diana, ¡ten cuidado! –dijo mi madre cuando me vio salir. Le eché una mirada rápida y asentí. Murmuré un “adiós” y salí de mi casa.

Encendí mi teléfono y comprobé que no tenía ningún mensaje de WhatsApp, pero claro. Me abofeteo mentalmente, ¿quién te escribiría a ti?

“Estúpida” murmura mi insonciente. Ya joder, ya lo sé. Me coloco mis audífonos y escojo una canción al azar. DNA, de Little Mix, empieza a sonar. Tarareo la canción siguiendo el ritmo, y gracias a que no hay nadie a esas horas en la calle, sino muchos me habrían mirado con asco. Realmente mi canto se podría confundir con una foca pariendo. Diviso el colegio de lejos y arrugo mi nariz. Cojo los bordes de mi jersey y los estiro, tapando mis manos también. Suspiro y me encamino a mi colegio.

Al estar en la entrada, quito la canción, apago mi teléfono y enrollo los auriculares alrededor del teléfono. Luego tendría que luchar cuerpo a cuerpo con ellos para que no hubiera nudos. Una batalla que lamentablemente perdería.

Cojo mi bolso y me lo cuelgo en el hombro, me aseguro de tenerlo bien agarrado y cerrado y me infiltro entre la gente. Camino tranquila al ver que nadie aún se ha percatado de mi presencia. Camino rápido viendo mi horario. Me toca literatura, en la clase C-31, en el último piso. Consulto mi reloj y veo que me faltan 12 minutos hasta que el timbre suene, por lo que voy a paso tranquilo hasta mi taquilla. La abro y veo una caja azul, con un lazo en medio. Frunzo el ceño y recuerdo que yo aquí no tenía amigos, por lo que tenía que ser una molesta broma. Alzo las cejas y la abro. Un gusano aparece en la caja, raramente comiéndose una foto. ¿No era que los gusanos solo comían lechuga? Raro experimento. Observo la foto y le doy la vuelta, distinguiendo una caligrafía espantosa, pero aún así se puede leer. “ Que tengas un mal cumpleaños. No sabes cuando un camión puede atropellarte en media calle, igualmente quiero que te lo pases mal todos los días de tu vida.”

Demasiado patético. Doy la vuelta a la foto y veo lo que menos querría ver. La ira recorre mi cuerpo y aprieto mis puños, haciendo que los nudillos se vean blancos. Una foto de mi difunto padre y de mi hermano, también muerto. Muerdo mi labio inferior haciendo que la sangre salga. Sé quién ha sido.

Avanzo a paso rápido por los pasillos del instituto, con mis pasos resonando sobre los demás. Me dirijo al patio trasero de mi instituto, y lo veo. Pelo negro y ojos mieles, mirando hacia mi dirección con diversión. Quito las lágrimas traicioneras que aparecen en mis ojos y me dirijo hacia él. Esto no se hace.

-Eres un jodido desgraciado, Zayn Malik –y de un paso, elimino la distancia que queda sobre nosotros y lo lanzo al suelo, pegándole con mis puños en su preciosa cara. No paro, no quiero parar. Esto no se hace. No se juega con un padre y un hermano muerto. Y va a aprender la lección. Dejo de pegarle solo para observar su hinchada cara, con sangre saliendo de sus labios y un moretón en su ojo izquierdo. Me levanto de encima suya y él también se levanta, con una sonrisa en sus labios.

-La próxima vez que hagas algo así, te juro que te arranco los huevos, mamón -¿quién ha dicho que una chica a la que le hacen bullying tiene que ser delicada? No, no se me conoce por mi delicadeza precisamente.

Dicho esto, me retiro del patio y me dirijo al aula en la que hace 5 minutos debería estar.

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⏰ Última actualización: Aug 17, 2014 ⏰

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