Limerencia

425 31 1
                                    

Había pasado una semana después del nuevo drama de mi vida, lo medité y veía todo como pequeñas novelas muggle revolotear por mi mente, tenía muchas cosas claras...

Uno, Danielle es mi mejor amiga.

Dos, Amo a Draco 

Tres, el no me ama a mi. 


Londres  4 p.m

La lluvia estaba de terror  en el exterior según un elfo domestico que advertía a su dueño para cambiar el camino de regreso a casa,  ¡genial, justo en mi hora de salida! pensé en irme a casa por red flu pero terminé tomando la salida para visitantes,  las personas pueden pensar que estoy demente, pero en verdad amo caminar bajo la lluvia. 

Caminé un par de calles con mi abrigo sobre la cabeza, pude haber usado mi sombrilla mágica pero debía pasar desapercibida por los muggles, llegue al caldero chorreante y entregué el abrigo para que lo secasen, me aproxime a la última mesa, esa que estaba pegada a la pared y las escaleras,  ordene una taza de café y panque de zanahoria, en lo que esperaba sequé mi cabello con mi varita y lo dejé suelto. 

  — Su orden señorita Parkinson. 

  — Gracias —  respondí  a la chica con el chaleco de Hufflepuff quien dejaba las cosas sobre la mesa, le dí un par de galeones de propina antes de que se retirase.

Todo este día era muy monótono,  la verdad es que mi vida se estaba convirtiendo en eso, rutina tras rutina, no había emociones, aventuras, ni sentimientos nuevos,  parecía como si en París se hubiese llevado mi alma un dementor.  "¿Qué debo hacer Merlín?"  pregunté en mi cabeza entre tanto comía mis alimentos. 

  — Pa... ¿Pansy? —  Esa voz era muy familiar, bastante, levanté mi vista y en efecto era Draco. 

— ¿Acaso conoces a otra? —  respondí en lo que tomaba mi último sorbo de café.

— No, es extraño encontrarme contigo, ¿sabes?

— ¿Sí? —  volteé hacia todos lados y volví a mirarle a los ojos —En efecto es muy extraño, no traes a tus perritos falderos ni a tu... bueno, no importa. 

—  A veces es bueno estar solo, encuentras y ves más cosas de lo normal. 

— He estado sola mucho tiempo y no creo haber visto mucho.

— Es triste escucharte hablar así... 

— Ya es parte de mi —  dije poniéndome de pie para ir por mi abrigo.  

  — ¿Ya te vas? —  Preguntó con aquel brillo particular en su mirada

— Si, debo ir a casa, tengo una hija gatuna a la cual alimentar.

— Yo... ¿Puedo ir contigo?  hace tiempo que no la veo y también quisiera  hablar contigo de muchas cosas.

Lo pensé por un par de minutos, sabía que no era buena idea, mi estabilidad emocional estaba tendiendo de un hilo, y ahora estaba apunto de caerse.

  — Vale, pero... ¿No será raro que nos vean salir de aquí juntos? 

— ¿Qué más da?  estoy harto de tener que seguir una linea para tener contento al mundo entero.

— Esta bien, vamos antes de que la lluvia regrese. 


El primer amor de Pansy ParkinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora