“La Noche De Los Cristales Rotos”
9 Noviembre de 1938.
11 horas después.
La radio seguía encendida, la señora Wasser hacia su rutina de cada noche, la cena, cuando terminaban de cenar recogía los platos, los lavaba, tendía algunas cobijas, limpiaba unos que otros muebles. Mientras hacia sus labores la radio seguía encendida. La señora Wasser Se ponía a escuchar las melodías que pasaban, unas eran clásicas y otras nuevas.Mientras tanto el señor Wasser, dejo su trabajo por algunos problemas, desde ese momento se la pasaba en su casa, intentaba ayudar, pero jamás pudo hacer algo bien, hacia mantenimiento en su casa, ayudando a su esposa en cosas que no servían, para así poder distraerse un poco, no lo logro, todo lo que arreglaba se volvía a descomponer. El señor Wasser se sentía desesperado, por no hacer algo útil en su propia casa.
Extraña mucho su trabajo, le gustaba hacer lo que hacia ahí.
Lamentablemente lo corrieron, sólo por tener una religión diferente.Mientras en esa noche tranquila, silenciosa, estaba Aday, en su cuarto, observando desde la ventana como el viento frío movía las hojas de los arboles. Algunas se mantenían fuertes para no arrancarse y otras, como si fueran ligeras estas se desprendían de las ramas de los arboles. Al estar liberadas, ellas mismas volaban por los aires, de un lado a otro hasta que llegaban a un cierto punto del piso y se quedaban ahí.
Aday, mantenía la mente en recordar cuantas hojas había contado. Desde su ventana se podría ver todo tranquilo, sin ninguna preocupación. Sus vecinos de adelante se habían ido.
Aday, recordó que se llevaron toda sus pertenecías no dejaron nada, solo una casa vacía. Se pregunta mucho por que se fueron, es extraño, la mayoría de todas las personas que vivían en esa calle se fueron. Lo que, Aday, no sabia, es que se iban por que tenían miedo de ser llevados a la fuerza a un lugar no tan bueno y lindo para las personas.
Sus pensamientos de ella fueron cortos, ya que escuchó un lloriqueo a lo lejos. Con tanta calma, Aday, se paro para ir a ver a su hermana pequeña. A pesar de tener tan solo 14 años, ella ya sabia como tranquilizar a un bebé, gracias a su madre que seguramente no escucho el lloriqueo de Sharon.
Cruzó la puerta de su cuarto, camino por el pasillo oscuro, que tan solo se podía ver un poco con la luz de la luna que entraba por la ventana.
Al llegar a la puerta de su hermana pequeña, la abrió y se adentro en el cuarto. Con pasos silenciosos se acerco a la cuna de la bebé, ahí estaba Sharon, llorando con fuerza, Aday, agarró a su hermana entre sus brazos, la sujeto, puso su cabeza de la bebé en su pecho, para que sintiera el latido de su corazón, a Sharon le tranquilizaba eso.
Aday, conocía bien a su hermana, la quería tanto, era parte de su vida esa hermosa e inocente bebé. Haría cualquier cosas por ella, la mantendría a salvo.
Algunos minutos pasaron, Sharon ya se había dormido otra vez. Aday, con mucho cuidado la recostó de nuevo en su cuna, saco primero un brazo y el otro, muy despacio para que la bebé no se despertara. Le costaría mucho trabajo volverla a dormir.
Se quedo un momento Aday, observando a su hermana, dormir tan pacíficamente. Se preguntaba ella ¿como puede tener un bebé tanta tranquilidad? No tiene ninguna complicación, no se estresa, no tiene idea de lo que sucede en el mundo.
Con tranquilidad, Aday, saco el ultimo brazo que tenia debajo de su hermana, se dirige lentamente hacia la puerta. Al salir, esta la cierra suavemente para que no se cerrara con tanta fuerza y se despierta su hermana.Los pasillos de la casa estaban oscuros, no daba el reflejo de la luna para poder ver bien. Por un momento, Aday sintió un escalofrío que le llegó desde los pies hasta su nuca. Se abrazo a ella misma, caminó por todo el pasillo, bajo las escaleras de su casa. Se dirijo a la cocina donde estaba su mamá como siempre escuchando la radio, con las mismas canciones de siempre.
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Aday la chica judía
Teen FictionRecurrimos en la etapa de la Segunda Guerra Mundial, una guerra terrible donde murieron millones de personas, por medio a las batallas, por falta de alimentos, por tener diferentes pensamientos, por no tener la misma religión que todos, por tener un...