Parte 1

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- ¿Te quedarás, entonces y no irás con nosotros? - asintió - Eres un caso perdido Singto.

- Sabes que no me gusta estar rodeado de tantas personas.

- Es la previa a la fista de año nuevo que organizan las fraternidades S.O.T.U.S.

- Lo sé y toda la universidad estará ahí y bla bla bla, creo que ya lo habalmos - dijo cansado.

- Como quieras - el castaño empezó a recoger sus maletas - estaremos en una cabaña a las afueras, si quieres venir, me escribes - dijo antes de cerrar la puerta.

Singto suspiró fuertemente.

Se sentó en la silla que tenía al lado de su escritorio y se quedó mirando al techo por un rato.

"¿Que podría hacer mientras se quedaba solo una semana?"

Mañana era año nuevo y también la iba a pasar solo, ya que este semestre no fue donde su padre.

No era como si eso le preocupara tanto en realidad, su papá, después de muchos años, estaba rehaciendo su vida con otra persona y ya no se sentiría tan solo.

Seguía inmerso en sus pensamientos como si nada en el exterior fuera tan importante, hasta que tocaron la puerta.

- pero que...- se sobresaltó.

Se levantó rápidamente de la silla y fue a atender.

- Pero miren quien se quedó.

- Si quieres pasar, pasa. - dijo irritado.

- Así tratas a tus invitados Singto - Rubén, como era común en él, siempre le gustaba molestar a sus compañeros, sean amigos o no - ¿porque no te fuiste con Nat?

- no es algo que te interese - se sentó nuevamente en la silla.

- no me importa en realidad - Rubén lo imitó y se sentó en la cama que le pertenecía al pelinegro - sólo que me da curiosidad que otro, a parte de mi, se quede en los dormitorios cuando todos se irán a la cabaña.

- ¿Tú no irás?

- Me ves aquí, es obvio que no.

Singto suspiró. Ese chico Rubén era una de las personas más irritantes del mundo, y siempre se la pasaba fastidiando. No es que no le agradara, simplemente que su curiosidad y su comportamiento, a veces le alteraba los nervios. Le hacía recordar a alguien que conoció hace mucho tiempo.

- Y... - Habló Singto - ¿que haces aquí?

- ¡claro! - recordó - toma - le extendió un sobre.

- Tus cartas de amor se las debes entregar a otra persona - bromeó y recibió la carta.

- Ya quisieras.

Singto observó la carta detenidamente y tenía su dirección y el número de su habitación, sólo que... había algo diferente.

- Se han confundido - habló.

- ¿Cómo que se confundieron? - preguntó.

- Que sí, mira - se acercó y le mostró el nombre que del destinatario - pone que es para un tal "Krist".

- a ver... - el castaño observó bien el nombre y efectivamente, no estaba dirigida para Singto - es verdad.

- Debiste reportarle o algo.

- Bueno, es que yo la encontré en tu puerta.

- Pero aquí no vive ningun Krist - dijo obvio.

- Debe ser algún amigo de Nat y le pidieron de favor dar la dirección.

Un chico llamado "Krist" ↪PerayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora