Capítulo Uno.

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Las ramas habían tomado formas extrañas en el bosque, bueno, si ya era costumbre el verlas enredarse y cruzar hoja con hoja en cada una de sus arboledas cercanas a la copa, en este lugar era tenuemente todo lo contrario: los finales de los árboles se torcían antes de llegar a otros, incluso en su intento de llegar al contrario tomaban la claridad de dos manos intentando tomarse, con tal diferencia entre estas que parecía que nunca se alcanzarían.

Las ramas dibujaban el suelo, con runas tan extravagantes que entre ellas podían inspirarse las costureras para los diseños más lujosos de tejido. Incluso llegando a formar dibujos tan expertos como los de animales de tal detalle que podía mirarse la cola curveada de un tigre, o las alas de un dragón,  si uno miraba con más detenimiento podría notar que la luna alcanzaba a trazar en azul la figura de dos hombres peleando entre si con lo que parecían espadas algo gruesas, un error totalmente perdonable si se trataba de encontrar figuras en la madre naturaleza.

Aún que claro, si ya se veía una figura mucho más robusta y con el equilibrio perfecto en cada extremidad con el tronco ya era cosa de preguntarse si de verdad era consecuencia del bosque y el astro blanco.

El color verdoso y café entre las ramas rápidamente se vio excluido del color gris que parecía tener por nacimiento, pues aun que el aura de grises aun se mantenía era visible y notable que ahora un naranja amarillento se mezclaba entre las ramas, con un brillo fosforescente que no podía ser natural.

No era sólo una franja, eran un puñado más, entre rama y rama podían verse las divisiones avanzando y alborotando la paz, dejando caer algunas hojas en su camino frenético que a falta de disciplina se hacia escuchar: no eran expertos, por su notoriedad a la hora de pasar podían ser fácilmente descubiertos.

Pero, ¿A quién le importaba? La cena de esta noche no era tan ambiciosa y sólo los más jóvenes de la manada se veían con apetito de cazar a la presa, misma que algunos más exigentes se habían pasado de largo.

Por eso, el día de hoy Nie MingJue no lideraba la cacería nocturna en nombre de los jóvenes de QingheNie. El que estaba enfrente de todos era Nie YongGan.

Brincando de una rama en otra, levemente menos ruidoso que la mayoría de sus compañeros y mostrando la espalda a cualquiera que se acercara a su posición parecía ser el perfecto encargado para liderar la cacería nocturna, por eso mismo nadie se negó ni opuso resistencia cuando él mismo se ofreció como frente.

Sus ojos miraban hacia adelante, entre los pliegues de árboles y las ramas que parecían seguras para quedarse ahí unos momentos. Mientras algunos se apuraban a seguirle el paso de salto en salto él buscaba con la mirada el árbol más alto, al menos uno en el que pudiera localizarse con facilidad, y es que aun que ya había pasado una tríada de estos ninguno parecía convencerlo totalmente de darle una vista panorámica del lugar.

Bueno, pero cuando lo único que pudo decirle Nie HuaiSang es que el lugar se encontraba entre los límites de su propia secta y señalarle la dirección entre sudor frío y nervios no le quedaron ganas de preguntarle más. En realidad si, si Nie HuaiSang hubiera nacido mujer si le hubiera pedido una plática más larga, él estaba seguro de su habría sido una muchacha demasiado linda con toda la heterosexualidad que podía irradiar.

Sólo podía guiarse de sus presentimientos, de lo que podía sentir su arma y lo que tal vez algún erudito en su secta supiera sobre energía resentida. Con suerte y él había aprendido la historia de su secta y algunos montones de las otras como para aprender más que no se relacionara con la batalla a sable — pues a espada, aun que se le parecía, le daba aun más pereza aprender.

De hecho, tampoco había tardado demasiado cuando notó un color caoba predominante en los fondos del bosque, en donde el verde dejaba de reinar, en una anchura de tres troncos y su división. Lo suficientemente perfecto cómo para al menos tener una altura prometedora. Supo que se trataba de uno sólo cuando miró un espiral que se alcanzaba a ver con luz blanca, entre los árboles.

Hasta Que Caiga El Sol | Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora