Pensamientos de un corazón un poco lastimado.

Susurros.

-Sos hermosa -Susurró.

El calor de su aliento en mi oreja hizo que cada cabello de mi cuerpo se erizara. Suavemente su labio me tocó y bajó por mi cuello, era abrumador el calor que sentía.

Sus labios se detuvieron en mi pecho y se alejó para mirarme.

Mis manos se dirigieron a su cuello, donde se posaron. Con un dedo me dirigí a su rostro y comencé a dibujar un camino, él cerró los ojos. Su frente, ancha; sus mejillas, delgadas; su mentón, con un poco de barba, me gustaba como se sentía cuando me besaba, no era molesto; sus labios, suaves; su nariz, con una curva que a él no le gustaba pero que a mí me encantaba.

Dejé un beso en cada una de sus mejillas y por último en su boca, suave, casi rozando. Me alejé y abrió los ojos. Él ahora comenzó a recorrer mi rostro, pero yo no cerré los ojos, me gustaba verlo.

Sus ojos me encantaban, marrones, pero especiales. Me miraban cada centímetro que su dedo recorría.

Al llegar al mentón bajo por mi cuello, la sensación me hizo cerrar los ojos. Lo sentía como si estuviera marcando mi piel con fuego. Llegó a la clavícula y siguió la forma, llegó a mi hombro y bajó lentamente por este, al llegar a mi cintura me acercó aún más.

Enredé mis dedos en su cabello castaño, estaba largo, pero me gustaba. Él me sonrió.

-Te quiero -Susurró nuevamente. Reí, estábamos solos.

-Yo a vos -Susurré y me besó.

Y quien diría que ese sería el último beso antes de la tormenta.