Decidí salir a tomar un poco el aire y aclararme las ideas.
Nunca me había importado lo más mínimo no tener contacto con mi madre. Ella me había abandonado, a mi y a mi padre, y había decidido luchar contra todo sola. Sabía que su enfermedad era grave, pero no tenía ningún derecho a dejar a una niña pequeña sin madre. Era demasiado egoísta, incluso para ella.Mi padre no quería que tuviera contacto con Anáis, puesto que él creía que el único motivo por el que se ponía en contacto conmigo era para pedirme dinero. Ya lo hizo una vez hacia algunos años, y el cabreo de mi padre fue monumental. No le culpo. Ella nunca había querido hablar con él antes, y el único motivo por el que lo hizo resultó ser solo una patraña para sacarle el dinero.
Crucé varias calles hasta llegar a una pequeña cafetería de barrio que siempre estaba ocupada por vecinos del barrio. A la mayoría ya les conocía, puesto que yo frecuentaba mucho el lugar. Al principio no conocía a nadie y me daba vergüenza presentarme sola, pero con el tiempo me empezó a gustar ir allí, era el único lugar donde podía evadirme de los problemas, y además me lo pasaba bastante bien. Me había hecho muy amiga de Olimpia, la camarera, que tenía unos pocos años más que yo. Ella era todo lo contrario a mi, pero sin saber como, terminamos encajando nuestras personalidades y formamos una bonita amistad. Me sorprendió ver que se había hecho un tatuaje nuevo. Tenía los dos brazos llenos, pero esta vez había sido parte de su cuello el que había decidido cubrir con tinta. Una flor de lino era lo que había decidido tatuarse.
— ¡Charlotte! — Su euforia se vio reflejada en su gran y brillante sonrisa. Se secó rápidamente las manos en el delantal y vino corriendo a darme un abrazo — Hace demasiado tiempo que no te veo. Que guapa estás. ¿Te ha crecido el pelo? —Tocó mi cabello durante unos segundos, meditando si había hecho algún cambio en él.
— Yo también me alegro de verte Oli — Ella volvió a sonreír, y seguidamente se colocó detrás de la barra para servirme lo que siempre pedía. Chocolate caliente y galletas de jengibre.
— ¡Iria! Mira quien ha venido — Gritó Olimpia desde una punta de la cafetería a otra.
Iría era una señora mayor que siempre estaba ahí. Había perdido a su marido y a sus hijos en un accidente de coche hacia muchos años y desde entonces prácticamente vivía en la cafetería. Se pasaba las horas allí, jugando a cartas con otras vecinas y disfrutando de la buena compañía que estás le proporcionaban. A mí me encantaba hablar con ella, porque siempre tenía alguna historia que contarme.
— Mi Charlotte — Me dio un fuerte achuchón y me animó a que viniera más veces, puesto que últimamente cada vez se me veía menos por el tema de la universidad y los trabajos.
— Cada día te veo mejor Iría.
— Bueno, intento mantenerme en mi línea — Dio una pequeña vuelta y se marchó de nuevo a jugar a las cartas mientras se reía.
Me senté en la barra y esperé a que se enfriara el chocolate. Mientras, Olimpia me iba poniendo al día de todo lo que había pasado en su vida durante las últimas semanas. Llevaba sin ir Sparkle durante un tiempo, porque había preferido centrarme en los exámenes y los trabajos, pero la verdad es que echaba de menos hablar con mi gran amiga.
— ¿Qué hay de ti? — Me preguntó — Te veo más mayor y solo ha pasado un tiempo.
— Como siempre, los mismos problemas.
Ella se rio.
Oli no sabía exactamente todo lo que había pasado con mi madre. Sabía lo poco que yo le había contado pero nada más lejos de eso.— ¿Quieres que te cuente mis problemas? Quizás así te das cuenta de que los tuyos no son tan graves y así te animas.
Asentí y sonreí sin ganas. La verdad es que lo que más me apetecía es que ella me contara algo que no tuviera que ver conmigo. Necesitaba airearme.
— Bueno, ¿te acuerdas de Chris verdad?
— Como olvidarle, por favor.
Ambas nos reímos.
Chris era el prometido de Olimpia. Estaban muy enamorados, y su historia era de las pocas que me hacía creer que en realidad el amor sí que existía.
Se conocieron hacia algunos años, más incluso de lo que la conocía yo a ella. Cuando se vieron, fue amor a primera vista por parte de ambos. Él acababa de salir de una relación y no quería ataduras, y ella estaba convencida de que Chris era el amor de su vida. Oli siempre había sido una mujer decidida y fue a por lo que quiso. No paró hasta conseguir su número, y una vez conseguido eso, hizo todo lo posible para quedar con él. Oli me contó que Chris al principio pensó que era muy insistente, incluso se planteó que estaba loca, pero con el tiempo, cuando ya llevaban juntos varios meses, eso fue lo que más le gustó de ella. Y desde aquel día hasta entonces ya habían pasado años, y seguían en la misma relación intensa, romántica y más bonita que había visto. Se querían, se respetaban y estaban muy enamorados él uno del otro.— El caso es que empezamos a vivir juntos hace unos meses. Yo estaba muy contenta, y lo sigo estando, le quiero y quiero lo mejor para él y me gusta que esté bien y que esté feliz y me gusta apoyarle y...
Frenó durante un segundo.
— ¿Pero? — Pregunté yo sabiendo que había algo más allá que no quería contarme.
— Pero ahora quiere que su hermano viva con nosotros. Se que es un chaval problemático, y me da pena, pero todo lo que me ha contado Chris de él durante estos años no ha sido bueno, sé que le ha metido en muchos líos, y no quiero que vuelva a ser el Chris que jugaba con fuego ¿me entiendes?
Capté la información muy poco a poco.
— Ósea que no quieres que su hermano viva con vosotros porque piensas que a Chris le pueda influenciar.
— Exacto. Pero por otra parte se que quiere mucho a su hermano, y yo no puedo ni quiero negarme.
— Creo que en esto te toca ceder, y confiar en que Chris ya es mayorcito y sabe tomar sus propias decisiones. Además, puede que su hermano ya no sea tan problemático, quien sabe.
Le di un sorbo a mi chocolate caliente, que ya se había enfriado un poco y ella me negó con la mirada.
— No se que pensar, la verdad.
En ese momento su teléfono sonó.
— Hablando del rey de Roma.
Atendió a su prometido, mientras yo comía mis galletas de jengibre favoritas, las únicas que me gustaban a decir verdad.
— Christian Walker espero que sea una broma.
La escuché decir, bastante enfadada.
Levanté la cabeza y escupí la galleta que tenía a mitad masticar.
— ¿Walker? — Susurré mirándola con los ojos como platos.
No podía ser cierto, el destino no podía hacerme esto, tenía que ser una broma, una coincidencia, una jugarreta de, destino.
Olimpia colgó el teléfono y lanzó una mirada asesina al mismo.
— Nathan se ha mudado ya. Ni siquiera me había avisado con tiempo. ¡Esto es increíble!
Confirmé mis sospechas Justo en ese mismo momento.
Chris, el prometido de Olimpia, era el hermano del mismísimo Nathan Walker.
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25 días
Teen FictionSolo iba a ser un trabajo, un experimento social. En los planes de Charlotte Miller, enamorarse estaba en última posición. La universidad era su principal prioridad, pero una clase de psicología, un experimento y un chico tremendamente oscuro y sed...