Era casi imposible creer el echo de que ella llegara a mi vida y que se quedara para hacer cada día un poco más es importantes para mí. El como nos conocimos fue bastante extraño.
Daban casi las nueve de la noche en aquella noche, las mesas estaban llenas de diversas personas, tome una mesa del balcón de mi restaurante de sushi favorito. Llevaba aproximadamente diez minutos, en esa mesa con la carta entre las manos cuando llegan unas manos bastante delicadas a mis ojos evitándome seguir leyendo el menú. Seguido escucho una voz de mujer. Era raro, pues yo no esperaba ninguna compañía ese día. Y me dice:
—¿No me ibas a esperar para ordenar? —pregunta la voz femenina a mis espaldas.
Suelto una risa nerviosa en ese momento, ya que no e me ocurrió otra cosa más que responder sinceramente.
—Lo haría si es que te estuviera esperando —la respuesta no es bien aceptada ya que recibo un pequeño zape en la nuca.
Quien me acababa de agredir se sienta en la silla enfrente mía. En su cara un gesto de confusión y arrepentimiento.
—Lo siento, joven. No era mi intención, lo confundí con un amigo —lo dice con el mismo tono de confusión que tiene en su rostro.
—Tranquila, no pasa nada.
—Nuevamente le pido disculpa, y, pues me retiro de su mesa. Provecho —se levanta de la mesa, con la cara enrojecida por la vergüenza.
Yo me quedo observando como llega a otra mesa para acomodarse y esconderse detrás del menú. Una risa penosa me intenta invadir, pero a contengo como puedo.
Poco tiempo pasa y, llega uno de los camareros a la mesa. Pido un rollo frito de camarón y otro igualmente frito pero este último de surimi y para terminar mi pedido ordeno un vaso grande de limonada. El camarero me retira la carta y se esfuma en el interior de establecimiento. Saco el celular del bolsillo del pantalón, lo uso como escusa para perder el tiempo en lo que llega la orden, y también para poder desviar mi vista hacía donde se encuentra aquella señorita que anteriormente me confundió.
Al igual que yo está revisando su celular, pero con la pequeña diferencia de que no observa a nadie, o bueno, eso es lo que creo. A lo que alcanzo a mirar, parece que está mandando algún mensaje por WhatsApp. Me siento cómo un acosador en estos momentos, pero se podría decir que ella empezó al llamar mi atención, así que dejo de observar y perderme en mis asuntos.
Entro a Facebook y revisar las publicaciones que aparecen en mi inicio. Pero es interrumpido por la presencia de la persona que ha llamado mi atención la mayoría de la noche, ella pasa al lado mío con el celular pagado a la oreja en una llamada. Volteo pues me gana el instinto de la curiosidad.
Se posa en el barandal a un lado de unas enredaderas las cuales sirven de decoración. La veo un poco alterada, pero, como toda una señorita recompone la compostura y finaliza la llamada y, se dirige a su asiento, en cuanto veo que regresa, me volteo y hago como si nada de eso hubiera pasado, e intento pasar desapercibido por haber estado espiando. Lo cuál parece ser capaz, ya que parece que su rabia nubla todo a su alrededor, y vuelve a tomar su asiento.
En mi cabeza pasaron mil y un ideas acerca de lo que le podía estar pasando a esa chica, por ejemplo: un problema familiar o un asunto del trabajo, entre muchas más. Pero yo con que cara me iba a parar y solucionar su conflicto.
—Aquí tiene señor —el mesero con mi orden entre las mano me saca de mis pensamientos.
—Ah, gracias.
—¿Algo más en lo qué le pueda servir?
—No, sería todo. Nuevamente gracias —hago un ademan de gratitud con la mano.
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No te vayas.
RomanceLa vida tiene pequeños percances para Desmond, pues se acaba de mudar a una nueva ciudad junto a su novia Mely. Las adversidades como el estrés de una nueva vida es difícil para todos.