Prólogo

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Yellow Shirt

Tomé mi mochila y me la colgué al hombro deseando que esto no fuera verdad que este error no había sido cometido. Pero no podía engañar a nadie y en nueve meses esto sería irremediable. Las lágrimas corrían por mis mejillas y mis sollozos no me dejaban respirar. El cabello me cubría el rostro, lo que yo más deseaba era que nadie me viera, pero era en vano pues sentía que todas las miradas y todos me señalaban.

Corrí realmente rápido hasta llegar a la estación de tren, donde pedí el primer boleto a un lugar alejado, uno donde nadie me conociera, donde fuera una ciudad un poco más pequeña, algún lugar en el que mi madre y padre no pudieran golpearme hasta dormir. Algún lugar donde él no me encontrara y no pudiera dañarme más de lo que hizo.

La señorita de la taquilla se portó muy amable, me vio con los ojos realmente rojos y aunque yo tuviera identificación, ella no insistió en que se la mostrara. El ticket era barato, el día era lluvioso y la noche era realmente profunda y negra. Las estrellas ni siquiera se asomaban, pues el cielo estaba demasiado nublado para al menos mostrar esa pequeña luz que tanto me gustaba. Caminé hacia la entrada y cuando el tren se detuvo, subí mi pie derecho y suspiré porque este fuera el camino correcto.

Estaba sentada en junto a la ventana viendo como el bosque se aparecía y cómo los paisajes pasaban uno a uno. Ojalá mi vida fuera un paisaje, lleno de vida, lleno de ilusiones. Ojalá tuviera alguien en quién confiar, alguien que no me pudiera dañar. Pero no era así y eso no pasaría aquí. Apreté el pequeño café descafeinado en mis manos y soplé para que lo caliente bajara. El humo que sobresalía comenzaba a desaparecer y cerré los ojos tratando de pensar que era como él. Solo una pequeña neblina que sale de esta sustancia caliente y negra y se convierte en la nada misma.

(...)

Sentí que movían levemente mi hombro haciéndome despertar, miré a mi alrededor algo adormilada y el señor que nos anunciaba siempre las paradas, me sonreía. Su cara era de un señor de algunos cuarenta años, cabello canoso pero no lo suficiente como para decir que la tercera edad ya lo perseguía.

--Gracias -susurré mientras tomaba mi mochila. Me estiré en el pasillo y bajé del tren sintiendo la fría brisa de la mañana. Miré a todos lados y el paisaje verdoso de Holmes Chapel, era todo lo que veía en este instante.

Mi corazón latía impasiblemente y no me dejaba pensar con claridad. Mordí mis labios y miré ambas salidas de la estación, derecha o izquierda. De todas formas una de ellas me llevaría a la muerte segura. No trabajaba, era demasiado joven para poder trabajar en una empresa y ni siquiera había terminado la escuela aunque solo me faltara un año.

Decidí tomar el izquierdo. Caminé dudosa por todo ese sendero, tenía que encontrar un lugar donde dormir, tal vez un hotel o algún lugar donde me rentaran el cuarto una noche solo para poder conseguir un trabajo y luego tratar de pagar renta en un apartamento.

El sol comenzaba a salir y las nubes comenzaban a desaparecer poco a poco. El sol comenzaba a anunciarse y el cielo estaba tan despejado y claro que ese tipo de azul jamás se me había hecho tan maravilloso.

Sin duda estaba encontrando mi camino a casa, sabía que aunque luchara tendría que encontrar mi destino aquí. No quería volver a al lugar en el que jamás me quisieron. Un lugar peligroso para mí y mi... pequeño regalo del cielo.

Yellow Shirt - MinnaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora