Distante.

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Su cabeza, subconsciente, lo que sea se sentía tan alejado tanto de si mismo como de la realidad justo ahora.

¿Cuánto había pasado, una hora ya desde que había comenzado a sentirse de esta manera?
No estaba seguro.
Tampoco lo entendía, todo este día entero se había estado sintiendo bastante bien, ¿por qué ahora venía.. esto, tan de la nada?
Y es que esta carencia no le daba advertencia alguna, no avisaba, sólo llegaba de un momento a otro a revolverle las ideas y presionar con fuerza su pecho, o su garganta.

¿Hace cuánto ya que se encontraba observando el techo con sus manos entrelazadas sobre la boca de su estómago?
Tampoco estaba seguro.
Pero si había seguridad cuando se confirmaba las ganas de llorar que sentía ahora mismo.
Había un nudo en su garganta, uno que apretaba y apretaba creando una incómoda sensación. No está seguro de si dolía, ¿pero de que era molesta? Vaya que si lo era.

Giró lentamente su cabeza hacia un lado. Y ahí estaba él, la persona a la que tal vez quería más sobre la faz de la tierra, más que a sí mismo seguro.
Su mirada se clavó en el pacífico rostro de su acompañante por unos cuantos segundos. Se veía lindo cuando dormía, con sus labios ligeramente separados el uno del otro y su ceño relajado.
Ojalá él pudiera encontrarse así.

Con lentitud tomó asiento al borde de la cama, mirada baja, grasosos cabellos castaños sobre su rostro y manos apretando el borde del colchón, con las sábanas entre sus dedos.
El nudo aún presionaba, pero nada salía de sus ojos.
O de su cabeza.
Y se sentía morir.
Y esto tampoco lo entendía, de dónde se había creado. El sentimiento..¿Se podría clasificar como un sentimiento, cuando en realidad no sentía nada?
Sólo se encontraba..Vacío.
Si, esa era la palabra indicada para describirlo. Era como si hubieran trazado un tajo desde su pecho hasta el final de su vientre, separado cada trozo de carne y con un cucharon para helado retiraron todos y cada uno de sus órganos vitales, dejando nada más que un extenso y oscuro agujero en donde antes había estado lo que ayudaba a que se mantuviera con vida.

Llevó lentamente una de sus manos a su pecho.
Subía y bajaba, si. Eso era un hecho.
Pero no sentía que nada palpitase allí dentro.
El aire entraba y salía, ¿pero a dónde iba?
Dolía.
Le gustaría saberlo, tener alguna respuesta a esto.
A algo de esto.
Lo que sea, estaba desesperado. E inquieto. Aquí es cuando la ansiedad y el pánico se unían a la fiesta, hey, Bienvenidos.

Nunca se acostumbraria a esto. Había pasado tantas veces ya, pero aún así.. se estaba sofocado. Ya no podía seguir en esa habitación.
Por lo que acudiría a sus cuatro paredes "favoritas", aquellos blanquecinos azulejos que ya habían presenciado muchos de sus tropiezos y acunado incontables cantidades de sus lágrimas.
No quería despertar a Roman, y que este fuera testigo de su deplorable y patético estado.
Tampoco quería molestar a Patton con sus idioteces de media madrugada.
De todos modos no estaba recibiendo sus mensajes.

Así que caminó. Lentamente y con inseguros pasos dibujó su camino hasta la puerta del baño.
Entró.
Y con tortuosa sutileza juntó la blancuzca madera con su marco.

Blanco.
Había tanto, tanto blanco.
Se sentó sobre la tapa del váter, y allí miró sus descalzos pies por algunos segundos, con sus mejillas sostenidas por las palmas de sus manos.
Nada.
No había nada, tanto en el suelo  como en su interior.
Ni una sola mancha.
Entrelazo sus dedos, codos sobre sus piernas.
Nada.
Aún nada había salido de sus ojos. Subió su mirada, carente de brillo, carente de vida, de emociones. De algo.

Y volvió a levantarse. Manos sobre la cerámica, blanca también. Perfectamente impecable.
Este lugar era todo lo que él no era.
Pero también, a la vez era su unico refugio.
El único lugar al que podía ir, y aislarse del mundo sólo por un rato.

Y le costó. Le costó bastante, conllevó una buena cantidad de fuerza de voluntad. Pero lo hizo. Levantó la mirada y se vio en el espejo.
Vio su rostro demacrado, hecho un maldito desastre.
Las prominentes ojeras, pruebas en vida del poco sueño propio que estaba teniendo.
El suave tono rojizo en sus orbes, no producto de ninguna sustancia extraña en si sino de la irritación que causaba mantener tantas cosas adentro.
Su cabello, desordenado y desteñido.
Se veía terrible.

No fueron muchos los pasos que dio hasta dejarse caer contra la pared, emitiendo un sonido seco que causó un sutil eco.
Lentamente se deslizó, hasta llegar al suelo y allí abrazar sus piernas con lentas acciones, encerrado entre el mueble del lavabo y la pared.
Ese era su lugar "feliz". Esa pequeña esquina era donde dejaba todo ir, donde dejaba que las cosas fluyan.
Y eso hizo. Lo permitió.
Las saladas gotas de agua lentamente comenzaron a deslizarse por sus mejillas, a bajar por sus pestañas hasta llegar a su barbilla y descender hasta el suelo donde encontrarían su final.

Una tras otra. No se detenían.
Pero nada abandonaría su garganta.
Ni una sola vibración era emitida en sus cuerdas vocales, mientas el océano se derramaba él estaba sumido en un silencioso llanto, ahogandose en todo lo que comenzaba a desbordar su línea de pensamiento.

Una tras otra las palabras se iban junto a las lágrimas.
Hasta que ya no quedó nada.
Fueron minutos. Escasos quince minutos que pasaron como horas, hasta que ya no sintiera la necesidad de seguir con esto.
Era tan patético.
Aún así se mantuvo en la misma posición por un tiempo más, inmóvil.
La puerta se había abierto unos centímetros por lo cual la cerró antes de continuar con..Lo que sea que estaba haciendo.
Contemplar la pared en silencio, con la mente en blanco.
Blanco.
Ni un sólo músculo cambió de lugar, y que finalmente decidió moverse.

La puerta se había abierto una vez más y esta vez no había cambiado la posición de su brazo para volver a cerrarla.
'Está bien, lo entiendo. Entiendo la indirecta, voy a levantarme ya.'
Vocalizó pero ningún sonido abandonó sus labios, estos sólo se movieron puntualizado las palabras en si cabeza.

Abandonó su sitio en el piso, para caminar una vez más hasta la habitación.
Sus dedos lentamente se movieron hacia el botón de la luz. Y dio una rápida mirada hacia atrás por sobre su hombro antes de apagarla y volver a llenar el blanco baño en una negra oscuridad.
Y se sintió algo reconfortante el hacerlo.

Con cuidado se dejó caer sobre las plegadas sábanas, abrazando con un brazo la almohada y con el otro sosteniendo su teléfono celular, colgando del borde de la misma.
Lo encendió sin moverse aún, y se tomó unos segundos antes de poner la pantalla a su vista.

Deslizó sus las yemas de sus dedos sobre esta. Su primer acción luego de trazar el patrón de desbloqueo fue apagar la señal de Internet una vez que había borrado todas las notificaciones de mensajes, que eran pocas. No quería saber nada de nadie.
Luego abrió con algo de inseguridad sus notas. Y comenzó a teclear, un no muy largo escrito para volcar un poco algunas cosas que sentía.
Y a esto lo título.
'V A C Í O'

...

Estaba solo.
























[Sin editar]
[Hacelo al rato.]

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