Onata II

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Cruje, cruje, se estrella, colapsa, se rompe.

Está desbordándose y tus manos son tan pequeñas que no puedes contenerle, piensas en tragarlo pero continúa cayendo, se derrama, recorre tu quijada y baja por tu cuello, del vientre a tus piernas y te ves de nuevo al piso, solo miralo correr y con las plantas de tus pies descubiertas siente lo fría que es.

Un milagro que has descubierto, egoísta no lo gritas.

No retuerzas tu mente para que aquello no te exprima.

Si has de disfrutarlo, venera regocijante cada sensación.


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