Para relajarte solo tienes que concentrarte en algunos detalles: la brisa que mece las hojas de los árboles, los rayos del sol de primavera que te acarician el rostro, el canto lejano de los pájaros... pero si te encontrases en el centro de una ciudad, esas cosas desaparecerían; la dulce melodía de las aves quedaría sustituida por las bocinas y el motor de los coches, los patinetes de los skaters y el murmullo general de las personas. Aun así, un muchacho de cabello negro descansaba en un banco y, con los brazos apoyados en el respaldo, observaba las hojas de las copas de los árboles mecerse. El sol le acariciaba un poco el rostro a través de las tupidas ramas, así que se vio obligado a cerrar los ojos, y pese a todo ese bullicio parecía que el chico había conseguido relajarse.
—Deberías estar un poco más pendiente de las cosas — le regañó una chica rubia acomodada a su lado.
El chico se inclinó para mirarla.
—Estoy pendiente. Miraba los árboles.
—Con los ojos cerrados.
Él no pudo evitar sonrojarse mientras se reía. Ciertamente, estaba algo aburrido, como si la espera estuviese acabando con él. Decidió bajar los brazos y apoyarlos en las rodillas.
—Me tienta mucho el Burger King que tenemos delante. Empiezo a tener hambre —dijo cambiando de tema.
—Yo también —coincidió la chica.
—Podría ir a buscar algo y comemos ya. En esta plaza se está bien... —Se quedó pensativo, como si quisiera añadir algo. Al final terminó por preguntar—: ¿Cómo has dicho que se llamaba?
—Urquinaona.
—Eso. Urrkiona —repitió a su modo, todo convencido.
La chica puso los ojos en blanco pero incluso entonces pareció divertida.
—Está bien. Yo...Yo me quedaré aquí vigilando, por si acaso.
El chico sonrió y, antes de levantarse del banco, agarró el rostro de la chica con ambas manos y le plantó un repentino beso en los labios. Ella se ruborizó sin dejar de mostrar una sonrisa y le hizo un aspaviento con la mano para que se alejara.
—Pero no tardes, sesos de alga.
Percy cruzaba la calle cuando vio a un hombre sospechoso entrar en el Burger King por la entrada de la izquierda. Si entraba por la puerta de la derecha, podría alcanzarlo... Una vez dentro -estuvo un rato para saber si tenía que tirar o empujar la puerta- no tardó en comprobar que ese hombre estaba hablando con unas chicas en una mesa. En ese instante, se dio cuenta de que era un simple vagabundo.
"Percy, despierta", pensó negando con la cabeza mientras el hombre se alejaba a pedir a otras mesas. Igualmente, decidió asegurarse completamente y se plantó justo donde estaban las dos muchachas, interrumpiendo su hora de comer.
—Excuse me. Has he said anything? Anything weird?
Lo preguntó atropelladamente, sin que las chicas pudiesen reaccionar, y el resultado no pudo ser más que el esperable: ellas se quedaron estupefactas. Si antes un mendigo les había pedido dinero, ahora un chico les preguntaba algo en inglés.
Ninguna supo qué contestar. La chica del pelo corto y oscuro se había quedado mirándole fijamente a los ojos, lo que hizo sentir a Percy muy incómodo. Desvió la mirada a la morena de pelo largo con gafas, quien observaba a su amiga sin saber qué responder. Percy recordó que estaba en España y quizá no todos tenían por qué saber inglés por muy internacional que fuese el idioma.
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Anécdotas entrelazadas
Fantasy¿Qué ocurriría si te topases con un semidiós? ¿Y si realmente existen los Dioses del Olimpo? Descubre leyendo este pequeño relato con los personajes de Rick Riordan, Marta (servidora!) y su amiga Audrey! Se pueden leer en el orden que se desee! Si q...