El viaje del grupo había comenzado. En sus rostros se reflejaba el sufrimiento y el esfuerzo de la pesada carga que recaía sobre sus hombros. Aún así, todos estaban dispuestos a continuar. Pusieron todos sus esfuerzos en ello, y así continuó, silenciosamente, durante un rato. La marcha era lenta pero segura, sin abandonar el camino que seguían en ningún momento, dispuesto a seguirlo hasta su destino sin titubear. Aunque al final, fue Khadiolus quien rompió el silencio, con un gruñido.
¿Aún no arranca?
Qué va - dijo Baectis -. Sigue sin responder. No sé qué le pasa.
Oye Khadiolus, ¿y si empujas sólo tú? -añadió Rothto.
Vamos, deja de quejarte y sigue empujando. -espetó Igthin.
¡Claro! ¿Cuándo me toca a mí ir sentado tratando de arrancarlo? -respondió.
Mpf...! -gruñió Khadiolus de nuevo.
Así había comenzado el viaje, empujando una maravillosa obra de ingenieria y tecnomagía llamada Tempestalia, que a pesar de tener más potencia que cuatro zancudos juntos, se negaba a arrancar. En la parte occidental de las ruinas de Luz Eterna, había un taller que pertenecía a alguien que conocían. Era la única persona que sabría hacer funcionar ésto, y después de todo, ya estaban más cerca del taller que de la ciudad.
Menos mal que apenas había trasiego de daemon en la Marcadaver. -dijo Rothto, aliviado.
La mayoría aparecen sólo de noche. Así ha sido desde entonces, pero aún así: sí, hemos tenido suerte. -aclaró Igthin.
Nos toca cambiarnos, Igthin. Déjame...
Y aún así, deberíamos mantener los ojos bien abiertos. Podrían aparecer en el momento más inoportuno. -interrumpió Igthin a Baectis.
Igthin....
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Dejaron el coche frente al taller y suspiraron aliviados, dejándose caer al suelo, apoyados contra el vehículo, totalmente exhaustos. Por un momento casi cierran los ojos los cuatro a la vez, resignados a caer presas del cansancio cuando detrás de ellos, algo les despertó. Un sonoro "pop!" seguido de un leve gruñido de sorpresa. La chica los miraba con ojos abiertos, maravillada. Fue entonces cuando los cuatro comprendieron que no los estaba mirando a ninguno de ellos.
¡Pero mira lo que me habéis traído! ¡Mi niña! - exclamó Treendy, quitándose la gorra para ver a la Tempestalia en todo su esplendor. O lo que quedaba de él. -¿Pero qué le habéis hecho?
No arranca. -dijeron los cuatro, igual de cansados.
Treendy daba vueltas alrededor, mirando el estado del Tempestalia, abrió el capó, suspiró, volvió a bajarlo, comprobando el volante y el arranque. Sacudió la gorra contra el muslo y se la volvió a poner.
Vale, ésto es lo que vamos a hacer. Tengo un poco de trabajo con ésta preciosidad, así que, ¿por qué no descansais un poco en la posada y luego me hacéis un favorcito con unos daemon que rondan cerca del taller? Eran muchos, me sorprendieron, y perdí un bote de pintura que traía de vuelta. No será difícil, pero yo ahora estoy ocupada, así que, ¿hay trato?
Bueno... supongo que es lo justo si pones la Tempestalia de nuevo a funcionar. -le respondió Baectis- ¿Vosotros qué decís, chi-?
¡Vale! -respondió efusivamente Rothto.
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Éstos no son unos pocos, ¡son un montón! - dijo Baectis, alarmado.
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Khalan Llamargenta
FantasyRelatos cortos sobre Khalan Llamargenta, personaje de ficción del universo World of Warcraft. Ilustración de portada por Neith (Twitter: @Neith_TK)