Parte 5

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     En sexto semestre como crédito de bienestar universitario, decidí ingresar en danza moderna, ya había estado en danza folclórica en el colegio, tenía que probar cosas nuevas, había perdido todo contacto con Maira, en casi todas las actividades extracurriculares y carreras universitarias no relacionadas con mano de obra, las mujeres eran mayoría, danza no era la excepción, las parejas eran más mujer-mujer, que hombre-mujer, mi pareja de baile era Adriana, estudiante de primer semestre de enfermería, ojos cafés, cabello pintado de rojo ondulado, se movía demasiado bien, bromeamos un rato, terminamos la clase totalmente empapadas en sudor.

— ¿Vamos a tomar algo a un café?, preguntó Adriana

— ¿A dónde?, yo vivo cerca de la universidad.

—Yo te llevo en el carro tranquila, luego te traigo sana y salva, lo prometo.

"Wow tiene su propio automóvil", asentí con la cabeza, nos montamos en su carro, llegamos a un café interesante, pedí un capuchino, ella pidió una cerveza, Adriana era una chica salvaje, rebelde, se vestía con pantalones rotos, manillas de cuero, bueno, se vestía así cuando no debía usar su uniforme celeste de enfermería, allí se transformaba, se quitaba el esmalte negro, parecía casi un ángel, venia de una familia acomodada, tenía todo lo que quería.

— ¿Cuánto tiempo llevas viviendo en Bucaramanga?, tu acento no es santandereano.

—Sí, —respondí sonriendo, —llevo casi alrededor de tres años, pero a veces sale el rivereño.

— ¿Y hace cuanto te gustan las mujeres?

— ¿Perdón? , dije mientras giraba la cabeza a todos los lados, asegurándome de que ninguna persona en el café hubiera escuchado.

—Relájate, es un café gay.

— ¿Qué?, —volteé la mirada, comprobé que las parejas en el café eran homosexuales, había mujeres y hombres en actitudes cariñosas, —no me había fijado que era un sitio así.

— ¿Un sitio así?, jajaja, —dijo riendo a carcajadas, —no has respondido mi pregunta

— ¿De dónde sacas que me gustan las mujeres?

—Tengo una habilidad especial para saber quién es y quien no, ¡es un radar!

—Pues tu radar está fallando, porque no me gustan las mujeres, —dije riendo.

—Mmm, o sea que, si me acercó a ti, y te beso, ¿No sentirás nada?

—Yo creo que sería como besar una pared, —dije guiñando un ojo.

Adriana se acercó a mí, cogió mi cabeza, atravesó con sus dedos mis cabellos, me besó apasionadamente, introdujo su lengua jugueteando con la mía, fue un buen beso, aun así, en mi cabeza estaba presente el recuerdo del beso con Cristina.

— ¿No sentiste nada?

—No, tal vez si me das otro, de pronto...de pronto, pueda sentir algo.

Me volvió a besar, nos besamos, mordió mi labio.

— ¿Vives sola?, — preguntó

—Vivo con unas amigas, cerca de la universidad.

—Si vamos en este momento, ¿habrá alguien en tu casa?

—No creo, ellas están estudiando.

Dejó un billete en la mesa, cogió mi mano, salimos del café hacia su carro, ya montadas en él, camino a mi apartamento, puso música, movía sus hombros a medida que acomodaba su cabello, me guiñaba el ojo, todo eso mientras manejaba, ¡qué mujer tan sensual!, ¡divina!, vaya suerte tenia, llegamos a mi apartamento, inmediatamente cerré la puerta me besó, fuimos a mi habitación.

El hilo entre ella, tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora