Capitulo 1

1 0 0
                                    

Vida real.


Ella solo veía desde lejos, como siempre sentada en lo alto de su techo, a la sombra de un gran árbol, esas sombras que desaparecían cuando lograba situarlas con la mirada.

Ese corto periodo de vacaciones de la secundaria le daban un respiro de comentarios hirientes, -O de lleno, xenófobos- Aunque ya eran la costumbre. Lejos de ser una asocial de la clase, intentaba hacer amigos con dificultad, pero al parecer era más fácil empalizar con espíritus, incluso aquellos que se hacían llamar demonios.

- ¿Tienes mucho rato de haber llegado? No te había sentido, Lucifago -Comentó ella en voz alta, llevando su fleco de cabellos azabache detrás de su oído.

-Pensaba ya que me estabas ignorando, niña -Respondió aquella gran sombra, de silueta masculina, contextura grande pero con algo similar a un manto que arrastraba cubriéndole, igual que muchos de ellos. - ¿Por qué sigues aquí arriba?

-Mis ganas de estar con mi familia son tantas como las tuyas de entrar a una iglesia -Opinó la trigueña, con un tono burlón mientras regresaba su vista al atardecer.

-Ja, cuanta gracia, ridícula -Opinó sarcástico, con una segura expresión molesta.

Esa gran figura, tras un prolongado silencio, finalmente optó por caminar hasta su lado y mantenerse de pie admirando aquella cálida vista.

Vivía bajo el yugo de la típica familia que dicta hasta como debe ser la forma de comer, por lo que aquellos regalos de privacidad en un lugar agradable eran cazados, normalmente sin éxito, pero ahí estaban.

- ¿Y Baal? Parece que no acabo de caerle bien, a veces hasta reímos juntos pero en ocasiones... como ahora, solo desaparece -Preguntó confundida, frotando sus manos en sus brazos, intentando detener los escalofríos que provocaba la presencia de ese ser a su lado.

-Sabes que no desaprovecha una oportunidad de alejarse de esta jungla de concreto y dinero que llamas ciudad, a la que nosotros hemos tenido que adaptarnos -susurró de mala gana, pareciendo una estatua inmóvil mas allá de sus labios.

Ella pareció encogerse en sus hombros, suspirando desmotivada, envolviéndose más en aquella bufanda rojiza en su cuello, resaltando entre tanta ropa oscura.

Supo entonces que, si el que consideraba el "principal", -por haberlo visto primero que a todos- se había ido, fácilmente la mayoría de esas sombras en su hogar seguramente habían agarrado otros rumbos, y regresarían en varios días.

- ¡Eloise, aterriza a tu planeta! ¡Hay muchos quehaceres para que estés perdiendo el tiempo allá arriba! -Chilló su hermana mayor, -la de Eloise, claro- con un tono nada agradable.

Suspiró tan decaídamente, que el demonio soltó una carcajada como posible burla a su miseria.

Se puso en pie, de regreso y escaleras abajo, parpadeando varias veces antes de sobresaltarse por esas caras en los reflejos de ventanas o espejos que poco después desaparecían, con su ceño fruncido entre arriba y abajo, ¿Cómo tener siempre una buena cara con semejantes vistas?

Agradecía a esos pocos amigos con los que se distraía al hablar a través de su teléfono ya que, de este no apagarse, no podía ver aquellas espantosas siluetas o fantasmas.

-Regresa a la vida real, Elly, o tus demonios pueden comerte cuando yaces así de dormida -Rugió otra voz, rasposa y muy grave que casi provocó un desequilibrio mientras bajaba escalones.

Este era otro, el burlón

-No preguntes por qué te dejo muriendo de hambre, Belcebú -susurró enfadada, arriesgándose a ser escuchada "hablando sola".

-Es más divertido robar la comida, ¿No crees? -murmuró cerca de su oído aquella sombra corpulenta, teniendo que encorvarse debido a su altura.

Hizo el gesto de golpear a lo que tuviera asomado en su hombro, pero como supuso tardíamente, lo atravesó como si no hubiese nada ahí, oyéndose una risa casi ensordecedora y vanidosa.

Caminó más rápido, tragando grueso el típico nudo en la garganta causado por impotencia, recordando que por lo menos los tenía a ellos, esas pocas personas que valoraba, y a él, ese que parecía un ángel pero se negaba a enseñar sus alas.

Su teléfono sonó.

- ¡Oh! Seguramente es Cupido, ¿O me equivoco? -preguntó Belcebú, burlón como siempre.

- ¡Ya cállate! -reclamó la pelinegra frotándose la sien, desbloqueando y revisando así su teléfono, pudiendo leer así el nuevo mensaje.

"¿Siguen molestándote? Pasaré por ti en la madrugada para que te distraigas de ellos"

Ese era su "ángel", ángel quien le escribía para fugarse de su hogar y de su realidad, ya que en la vida real una relación con una persona así era muy mal vista.

Una niña de 16, con un hombre de 38, con un hijo algo contemporáneo con ella incluso, con esposa... ¿Qué podía verle a un hombre así?

- ¿Su gran fortuna, sus atributos masculinos, que su hijo es igual de exquisito? -comentó una voz femenina que interrumpió sus pensamientos, de tono bastante atrevido cabe resaltar.

-... Anda para allá, Lilith, nadie pidió tu opinión -chistó sin dudar, reconociendo rápidamente aquella voz de tono lascivo. - Su dinero nunca me ha importado, ni nada material que tenga

-...Um, ilusa, inocente o idiota, no sé que podría describirte mejor -mofó aquella silueta femenina de proporcionada figura.

Suspirar e ignorar... ya era un mantra en su hogar.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Dec 10, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Pass AwayWhere stories live. Discover now