parte única

114 26 35
                                    

1952.

— Me pregunto si volverás... — se repetía todos los días Baekhyun, contemplando por la ventana de la cabaña, aquella manta nívea que cubría todo el alrededor, la ventista helada que chocaba con su rostro y los animales de la estación saliendo de sus hogares en busca de alimento.

No fue hace mucho tiempo que su amado se marchó sin dejar rastros o alguna señal de que se encuentre con vida. Los dos años solitario que convivió en esa pequeña casita fueron tranquilos, sin percibir la tristeza, furia o cansancio. Fue extraño por supuesto. Baekhyun no tenía idea de aquellas emociones, nunca las sintió en el transcurso de su vida de diecisiete años. Como si su cuerpo estuviera vacío pero con completa felicidad.

Después de todo, esas eran las causas de porqué en el orfanato los demás niños no lo aceptaban, dejándolo de lado por considerarlo alguien raro sin corazón. Pero el niño rubio ni se inmutó, comprendió simplemente que no lo querían en el círculo y optó por todos los días jugar solo con sus autitos sin compañía de alguien. Nunca le importó realmente... Sin embargo, con el paso de las semanas, una de las tutoras informó aquella situación. Y aunque la mujer hubiera hecho lo que pudo hablando con los superiores encargados, no la escucharon, les dio igual que aquel niño que rescataron de un reciente incendio quedara en la soledad.

"Él solo no es consciente del mundo que lo rodea... se encierra en su propia burbuja" Las únicas palabras que recibió Sehun llegando a un acuerdo con la tutora por las conductas del niño.

Se removió en la silla, sintiendo unas cosquillas en el vientre y columna vertebral. De nuevo. Un similar presentimiento que lo atormentaba desde aquel entonces en el que la casa quedó habitaba por él solo. Llevó su mano a la parte del cuerpo afectada, apretándose con fuerza para soportarlo. Aunque a veces no demostrara sus distintas facciones, la molestia era tan insoportable que era automático que emitiera quejidos o señales de dolor.

No estaba dispuesto a asistir a un doctor sin algún tutor, pero tampoco estaba de acuerdo en querer sobrevivir con esa insoportable inquietud.

El sufrimiento fue opacado cuando su oído percibió un ruido del exterior, por lo que acudió a levantarse enseguida e ir a la ventana que daba al frente visualizando un automóvil buscando comodidad al estacionar en su parque y no chocar con ningún árbol. Reconocería esa patente a kilómetros, porque claramente el responsable que conducía era su amigo Do Kyungsoo. Un hombre de veintiseis años amigo de su hyung, trabajador y de ciudad que venía frecuentemente a visitar a Baekhyun o darle dinero desde la desaparición de Sehun.

No solo se encargó de mantener durante estos dos años al joven, sino también de informarle a las autoridades del caso que se dispuso en la casa Oh. Y no había nada, no recibieron llamadas aún de pistas que digan que su amado se ubicaba en las afueras o en la misma ciudad de Seúl. Todo era tan extraño y sombrío.

El bajito bajaba con tranquilidad e inexpresivo del auto, sosteniendo en sus manos unas bolsas que se veían pesadas según Baek. Este fue enseguida a la puerta para tomar el pomo desesperaso y abrirle a su compañero. Y así Kyungsoo soltó lo que ocupaban sus manos para recibir al pequeño rubio entre sus brazos, mientras que el contrario se balanceaba agarrado del cuello ajeno.

— Hey, Baekkie, ¿cómo has estado?— se separó tomándolo por los hombros para ver a un Baekhyun sonriente — Creciste bastante desde la última que nos vimos, ¿no?

El rubio rió tímidamente.— Así es, Soo hyung, crecí algunos centímetros y aprendí a cocinar nuevas comidas.

— Eso suena asombroso, me siento realmente orgulloso de ti.— le sonrió cálidamente para acariciar la cabellera dorada del jovencito.— Sigamos hablando dentro que te resfriarás.

copos de nieve┊sebaekDonde viven las historias. Descúbrelo ahora