capítulo 1

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La carta permaneció sobre la mesa tres días sin que
Mary fuera capaz de tocarla. Cada vez que la miraba, el
corazón se le agitaba como si fuese un pájaro salvaje ence-
rrado en una jaula. Acomodó su vida a ella, procurando
evitar la cocina, comiendo en la sala de estar con un plato
que sostenía como podía en el regazo, tomando el té a toda
prisa en el fregadero y llevándose el teléfono a otra parte
cada vez que sonaba. Era ridículo, y lo sabía, pero la letra
que leía en el sobre la ponía nerviosa. Dios sabía por qué
no podía deshacerse de la carta; debería haberla tirado a la
basura o haberla quemado en la chimenea, pero se sentía
incapaz.
Vivía con una sensación de pánico que iba en aumento,
dormía mal. ¿Y si volvía el portador de la carta? Tenía que
hacer algo. Pero ¿qué? Esa carta era una carga, pasado y
futuro fundidos. Se notaba de mal humor e irritable. Ten-
dría que estar viviendo un momento apacible, ahora que
Jack había muerto y su salud iba de mal en peor, pero la
carta la devolvía a la vida. Insistía en que tomara el control.
La noche del tercer día asomó una idea entre sus inquie-
tos pensamientos, y por la mañana entró en el estudio y se
puso a revolver un montón de papeles que tenía en el escri-
torio, buscando un folleto que le había dado alguien hacía
meses. No lo había tirado, por si acaso. La carta fue el cata-
lizador; había llegado el momento de volver. Le habían: esto continuará :v

la isla de la memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora