Fin

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El delfín de la psicóloga empeñada en su propia muerte inherte tenía una teoría. Los golpes de los martillazos de la policía no eran si no una cuchillada en el estómago del principal sospechoso de haber envenenado el ponche del soldado anunciado.

La bola, los cojones, las piernas, los riñones.

El abuso de las medusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora