Capitulo I

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Primera carta

Para: Mi Duquesa de Neverland. De: Fox, alias Robin Hood.

Mi señora, amiga y amante, si está leyendo esta serie de cartas debo decirle que he muerto. Se que perdimos comunicación durante los últimos años, pero le informo por este medio las razones de mi rápida partida, mis ocultos sentimientos a usted durante tantos años y mi última voluntad como su fiel caballero, amigo y amante.

3 de Agosto

Escribo esta carta póstuma dentro de un calabozo bajo el Castillo Nottingham, durante mi estancia, me he hecho amigo de uno de los guardias encargados por el rey a cuidarme, de nombre llamado Will, es una gran compañía, bueno con las bufonadas pero muy tramposo a la hora de jugar cartas, su juego preferido por cierto.

No obstante, mi querido amigo de pelo negro también será mi futuro verdugo; en esta tierra llamada Nottingham, no existe la misericordia y mucho menos la piedad. Sin embargo, aunque todo se escuche cruel, y lo es, en este lugar en donde no hay aliados, yo he tenido la fortuna de formar mi propio gremio de ladrones, quienes en mi muerte serán guiados por mi mejor amigo el Pequeño Juan, hombre fornido pero impulsivo, aunque de astucia y noble corazón, se que llevará a los Zorros de Sherwood a la victoria por la libertad.

Aunque esto dicho ha ocurrido en mis últimos años de vida, a mis 40 años actuales nunca me he sentido solo desde mi partida de Neverland cuando era un niño perdido, en aquel entonces me llamaba Fox, ahora bautizado como Robin de Locksley, recuerdo mis memorias como una alucinación, pues mi mente no es la misma de antes, entre realidad y ficción mi verdadera historia se encuentra, mi pequeña Wendy Darling.

Wendy, mi amada bella, a muerte y hasta la muerte, aunque la distancia no nos lo permite, su mágico recuerdo habita dentro de mi distorsionada mente , es quien me mantiene cuerdo en mi cólera, en mis horas depresivas y eufóricas es mi mejor droga; su memoria impregnada en mi alma es quien, de manera indiscutible, me provoca en mis tiempos de solitario placer, aunque entiendo que solo es mi imaginación gastándome una sucia broma, la realidad parece mas extraña que la ficción. Recuerdo su gran cuerpo de porcelana bailar al rededor del fogón, y su armoniosa voz sonar junto al melodioso viento de otoño en trío al son de la brisa isleña.

Estando de viaje,  mi joven perla inglesa, he estado escapando de prisión en prisión, caminando de país en país, pasando por desiertos argelinos, navegando por el  Mediterraneo e Italia, andando por calles de parisinas y durmiendo en Notredame, hasta arribar costas británicas y llegar al bosque de Sherwood,  lugar donde me convertí ladrón, forajido y leyenda; toda esta desventura es  origen de su gran traición y a mi alma perturbada.

Comenzando la historia, debo decir que todo inició en una fatídica noche del crudo invierno, usted daba su habitual caminata nocturna, justo después de la medianoche, lo sé, siempre la observaba salir. Coincidiendo, esa misma hora tuve un pesado insomnio acompañado de un mal augurio que invadía mi cabeza; al no poder dormir tomé mi capa hecha de piel y una antorcha. Caminando junto a la luna de compañía me adentré en el bosque, en el cual escuche desde su corazón la estruendosa risa de usted, mi Duquesa, quien caminaba en dirección sur.

-Que raro, ese camino lleva directo al barco del Capitán Garfio.- Dije a mis interiores.

Escuchando el sonido de ramas rotas observé a una sombra que me seguía, bien sabía la gran curiosidad que poseía Peter Pan, pero jamás pensé que su sombra sería el que me siguiera. Volando, se posó a mis espaldas, un espectro  apenas tangible me miró con sus  ojos anaranjados y  ladeando la cabeza me indicó seguir a la risa que se dirigía a la playa; si fuera un novato estaría perdido ante tal conversación, no sabría como responder, pero al tener un siglo o más viajando con el pelirrojo y su sombra, he aprendido a comunicarme con ellos sin usar palabras.

Caminando, entre mas nos acercábamos al Jolly Roger se podía olfatear de cerca una fétida combinación de brisa marina y alcohol barato. Oscuro como la noche, el barco se encontraba suspendido en el cielo, lo único que unía al galeón con la tierra era una cuerda con escaleras atada a un tronco. Ya arriba, la sombra se encargó de apagar toda vela que estuviera encendida, solo se alumbraba el camarote del capitán Garfio, del cual procedía la risa reconocible de mi duquesa, mi amada Wendy Darling.

Pero había algo mas, esa no era risa, había pasado tantos momentos escuchando esa tonada como para reconocerla, aquello no era esa melódica risa, era un sonido pagano, sabía lo que era, pero no quería aceptar que mi niña estaba cometiendo adulterio, no quería reconocer los orgasmos que salían de ese cuarto y que mi duquesa, ahora era una traidora y, como dictaba la ley de Pan, debía ser desterrada y ejecutada. 

Con ira, un corazón roto y decidido a matar, tomé una espada del suelo, estaba dispuesto a atacar, pero de pronto, un cuchillo pasó frente a mi quedando calvado en la puerta.

-¿No era el único que acechaba en las sombras?- Pensé con intriga y temor.

Prendiendo fuego a una vela, la imagen de Monsieur Smee se iluminó ante la oscuridad.

-No deberías estar espiando muchacho, te mataré en silencio y dejaré al capitán proclamar su premio- Me había dicho el francés mientras sacaba su espada.

Iba a morir, yo lo sabía, él lo sabía... era matar o morir.

En un principio, recuerdo que solo fue una lucha de miradas y caminar en círculos. Acero contra acero la batalla empezó, como un típico pirata tramposo Smee arrojó contra mi una vela encendida, en un parpadear una porción de la cubierta estaba en llamas; con mente intranquila por el suspenso, tomé un poco de coraje y me abalancé sobre el gordo, sin embargo, el muy maldito sacó su pistola. 

-¿Ya no eres tan valiente verdad?, ¡de rodillas mocoso!.- Dijo el personaje de dientes amarillos mientras obedecía sus ordenes. En ese momento, mi querida Wendy, deseaba no haberla seguido.

Mirando alrededor observé como la siniestra sombra ascendía desde la habitación de la tripulación,  acercándose con cautela a Smee, pude ver como esta le atravesó el pecho y, literalmente, le rompió el corazón frente a mi; sin piedad levitó el cuerpo y lo arrojó directo a la puerta del camarote, un gran estruendo se formó, solo era cuestión de segundos para que Garfio (y la tripulación) saliera.

-¡Por que... por qué lo hiciste!.- Grité con miedo

-Tenía que hacerlo, iba a matarte.- Me dijo el espectro.-Además, merecía morir, igual que todos en este barco.- Sentenció mientra se alejaba volando, pero tenía razón, incluso usted, la ahora traidora, merecía morir.

Tieso como tumba observé al cadáver frente a mi, sigilosamente, un capitán Garfio medio ebrio salía del camarote mientras se acomodaba los pantalones, frente a el yacía el cadáver del gordo.

Lloraba... Él lloraba sobre su amigo ya muerto, dirigiéndome la mirada me dijo. 

-Largo.- Sus ojos oscuros penetraban mi ser. -!Largo te he dicho! ... Smee ... !No Smee!.-

 Eso fue lo último que escuche decir al capitán; desde ese momento el "pacífico" tiempo en el que se encontraba Neverland había terminado, Garfio buscaría sangre, pero ahora no la de Pan, si no la mía porque, según él, supongo, he sido el asesino de su mejor amigo. 

Ahora... en este punto de la historia... es correr o morir.

"Irónicamente, la venganza es un plato que se come frió". -Reflexión del capítulo. 


Próxima carta: Correr o morir. 

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