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A veces dormir se convierte en huir, y en ocasiones huir es inevitable cuando todo afecta, todo falla, y en su totalidad acaba en tu contra. Dormir cuando no tienes sueño y fingir que duermes para ahuyentar los problemas. Encerrarnos en un cuarto, que acaban pasando de cuatro paredes de intimidad, al sitio más confidencial de la casa.

Gritos vacíos, llenos de pena, ira e incluso, odio. "Si las paredes hablasen..." actualmente llorarían por no poder huir de mi, ni dormir después de "un día duro".

Un Corazón Sin CorazaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora