Luego de 6 meses de entrenamiento militar en el campo Marte regreso a mi casa junto con mis padres.
Mi familia era de la casa Tito mi padre Vitolius un hombre de edad avanzada canoso pero aun fuerte bien pudo haber sido el emperador de Roma ya que durante toda su vida había servido a Roma, tenia fama también de un excelente comandante y ahora en el senado tenia todas las de ganar, sr había ganado a la gente del pueblo por sus acciones hacia ellos.
Mi madre Martha por otro lado era una mujer dulce, le gustaba bailar, siempre tenia una sonrisa en su boca, pero a la hora de hablar siempre sabia como y cuando hacerlo, era muy inteligente y muy valiente.
El día que regrese a casa note que mi padre estaba muy pensativo solo con verlo por la espalda al ir yo entrando por la puerta principal, antes de voltear el ya estaba sacando la espada, lo bueno,, que antes me recinocio.
-Hijo mio- se acerco a abrazarme -¿como has estado? -me preguntó con una sonrisa en sus ojos.
-hola padre tu dime ¿como me veo? ¿Luzco como Legionario? -pregunte emocionado
-claro hijo mio te sienta bien tu nueva armadura -me hizo una seña para que lo siguiera a sentarnos un momento -dime ¿a donde te han mandado?, ¿ya conoces tu destino?
-si padre ya lo se -dije mientras me sentaba a su lado- me mandaron a Alejandría -dije con un tono algo molesto
El me miro aun con su sonrisa -¿tienes algo? -me pregunto algo divertido
-no me agrada mi destino padre -dije
-¿porque no? Alejandría es una ciudad muy tranquila es ideal para ti ¿no crees? -me dijo dándome unos leves golpes en el hombro
-si padre pero yo no me prepare durante tanto tiempo para irme a quemar a Alejandría yo quiero pelear por Roma así como tu lo hiciste- dije levantandome de la banca.
-tranquilo muchacho todo a su tiempo-dijo levantándose de la banca y empezó a caminar hacia dentro de la casa -ven hijo quiero mostrarte algo.
Entramos a una habitación donde el tenia todas sus cosas de cuando el estaba en el ejercito, de niño a mi me encantaba esa habitación, había sobre una mesa su armadura de comandante; estaba bañada en oro relucía con el sol entrando directamente desde una ventana, encima de la armadura estaba su casco rojo con las orillas doradas y el penacho estaba de frente, atrás de la mesa estaban dos pillum colgados, en el entrenamiento siempre me fue bien en su lanzamiento.
Pero lo que mas me llamo mas la atención fue una caja que en ese momento estaba sobre la mesa a un lado de la armadura mi padre de acerco a ella, la abrió y de su interior saco una daga y me la mostró -mi padre -empezó a decirme cuando la tome -me dio esto cuando entre al ejercito ahora yo te la doy a ti para que cuando te toque llevar hombres a tu mando siempre recuerdes hacia donde esta tu lealtad hijo.
Tome la daga y la empecé a observar tenía sin duda buen filo, era ligera de unos 20cm de largo -es muy parecida a la que tiene mi centurion- comente a mi padre el nos contó que la imagen que tiene grabada en la empuñadura es de Damocles.
-¿tu sabes quien es Damocles hijo?- pregunto mi padre sonriendo, yo negue con la cabeza ya que mi centurión solo nos había dicho que es una vieja leyenda pero no nos había dicho de que trataba.
Mi padre suspiro y me dijo -cuenta la leyenda que Damocles era un general de un basto ejercito que se había ganado el respeto de sus hombres y sus generales a cargo. Pero un día en una batalla sus generales lo abandonaron a su suerte y el murió en combate, pero que al llegar al inframundo Nemesis diosa de la Venganza se compadeció de el y lo regreso a este mundo vestido con una armadura de centurión Negra para venganrce de los generales que lo habían abandonado a su suerte. También la Leyenda dice que el regresa cada que pasa algo así a vengarse de los generales que abandonan a sus hombres a su suerte.
Por eso a la fecha muchos generales aun portan la daga de Damocles como recordatorio de que jamas tienen que abandonar a sus hombres en el campo de batalla.