XV - Ultraviolence

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Está frente a la puerta de la habitación de Brian, donde se supone que debería estar el último de los intrusos. Pero hace rato que no escucha movimiento y eso le preocupa; porque hace rato que había escuchando un ruido proveniente de los escalones. Pero no hay señal de que haya salido.

Roger junta sus pulgares en su nariz y la acomoda reprimiendo un alarido cuando truena y el dolor lo invade.

—Maldición.

Gruñe levantando el cuchillo y acercando su mano a la perilla. Entonces tiene un mal presentimiento, y se aparta de la puerta.

No sabe qué es exactamente el sentimiento, pero sabe que algo malo pasará si abre esa puerta. Y no está equivocado; porque cuando lo hace y Se aparta, escucha disparos que impactan en la pared.

—¡Entra cobarde, y te volaré la maldita cabeza!

Roger inhala, tratando de idear alguna forma para poder entrar y acabar de una vez por todas con él. Pero ninguna idea puede garantizar su seguridad. Por lo que decide arriesgarse y entrar. Cuando entra el hombre se dispone a dispararle, pero se detiene en cuanto lo mira detenidamente.

—¿Quién eres?

—Baje el arma, señor—suplica, con la voz demasiado aguda.

—¿Trabajas aquí? ¿Eres una de las mucamas de May?—pregunta, sin quitar el dedo del gatillo.

—Por favor, señor.

Roger se esfuerza por mantener su voz en ese tono, pero sabe que en algún momento su garganta comenzará a doler si continúa forzándola.

El hombre lo mira. Lo inspecciona tratando de responderse sus propias preguntas, pero no puede así que pregunta.

—¿Estás herida?—pregunta mirando el cuerpo ensangrentado del chico.

Roger siente una oleada de frío, y no sólo porque lo único que lleva puesto es la camisa ensangrentada de Brian, y claro, la ropa interior.

—Sus hombres trataron de lastimarme, señor—dice entre dientes. La voz le falla y el otro parece notarlo.

—Lo siento, Linda. Pero creo que hasta aquí llegaste—se dispone a dispararle pero Roger le lanza el cuchillo justo en el segundo en el que sus dedos se acomodan en el gatillo.

El cuchillo se clava en su ojo derecho.

Roger toma impulso y se abalanza contra él, empujándolo y haciéndolo caer sobre una silla que no tarda en romperse por el peso de ambos.

—¡Estás muerta!—grita, tanteando por el suelo para tratar de encontrar su arma.

Pero Roger fue más listo y la empujó lejos de él en el momento en el que caían.

—¡Soy hombre!—golpea la cabeza del sujeto contra en piso repetidamente.

El hombre lo detiene, aprisionado sus piernas con las propias y volteándolo, quedando él sobre Roger.

—Eres demasiado hermoso para ser chico—acaricia mejilla del rubio para luego comenzar a apretar su cuello con fuerza.

Roger siente que el aire abandona sus pulmones y entra en pánico. Moviendo sus piernas y brazos intentando ingerir aire.

Pero nada parece funcionar, hasta que el sujeto se estira en busca de su arma. Entonces Roger ve la oportunidad y la toma. Invierte una fuerza sobrehumana para empujarlo y se aleja tosiendo del agresor.

—¡Vuelve aquí maldito!

Ve al sujeto, ya con el arma en la mano y cubriendo su ojo herido con la otra, dirigiéndose hacia él. 

—Pensé que sería más fácil—se queja acercándose hacia Roger, quién se ve acorralado en con la espalda pegada de una ventana—. Diablos, voy a cobrarle más a D...

Sus palabras se cortan cuando un sonido hace repercusión en el lugar. Un disparo. 

La bala atraviesa al hombre y seguido impacta contra la persona frente a él quien por el impulso rompe el vidrio y cae. 

Los policías que se encuentran frente a la casa miran la escena con horror. 

—No puede ser...—susurra Jenkins, agarrando por el brazo con toda la fuerza que puede a Brian. 

Mientras este grita.

La sangre  fluye como una cascada carmesí.

Killer Queen ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora