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Las calles por la noche suelen ser más cálidas que mi hogar, la luna parece seguirme, justo como pensaba de pequeña.

Algo en mí se detiene, son mis piernas, respiro hondo y tomo el teléfono, solo hay una persona aquí que puede salvarme.

Finn.

Su voz se hizo presente del otro lado de la línea.

—¿Sí?—su voz sonaba somnolienta.

— Finn... —mis lágrimas salían— es que ya no puedo, no puedo huir más, solo te necesito, para siempre, para mí.

—Todo está bien, no te preocupes—trataba de calmarme, y lo estaba logrando.—solo, no te muevas de donde estés, paso a buscarte en el auto en cinco minutos, ¿okay?

—okay—él terminó la llamada.

Abrí de nuevo mi mochila, la tomé entre mis manos y esta brillaba con el reflejo de la luna.

Estaba decidida, esta noche alguien debía morir.

La guardé, y después de unos minutos pude observar como el auto de Finn se acerca a hacia mí.

—Sube—quitó el seguro y seguí su indicación— hacia dónde quieres ir?

—Vamos al bosque—abracé mis rodillas—justo dónde...

—ah, lo sé.

Finn y yo éramos algo más que amigos, pero no éramos exactamente pareja, solo nos veíamos de vez en cuándo, y no había sentimientos en esta mierda (al menos por su parte); yo salía con Nicholas, él salía con Millie.

Pero sin duda, no nos gustaban, solo nos gustabámos Finn y yo.

Nos gustabámos de manera física, de manera carnal; pero me hacía sentir tan bien que solo necesitaba de él, de su calor y de su respiración.

Llegamos a lo más profundo del bosque, era tan invernal, tan Pacífico.
Bajé del auto unos pasos, después hice que me siguiera, verlo ahí, bajo esa luz azul hizo que mis piernas temblaran, que mi corazón se acelerara... Me hizo sentir diferente. Lo observé mientras se acercaba a mí.

Nos sentamos en el suelo, con los ojos en las estrellas, todo era claro.

"todo lo que quiero está en ti, porque todo lo que quiero eres tú".

Pensé unos minutos.

Pasaron las horas y una vez más, nos encontrábamos bajo una manta, sin nada más que nuestras pieles rozando. Es tan mágico sentir tantas cosas a la misma vez, por última vez.

Él dormía, yo regresé al auto por mi mochila. Tomé de nuevo el arma y regresé a dónde mi chico, apunté. Mis manos temblaban como gelatina, pero sabía lo que hacía.

Respiré, y lo observé tan jodidamente hermoso, pero al fin disparé.

Mi cuerpo, ahora sin conciencia, cayó al suelo, a su lado, tan ligero como una hoja... Escapé de mi mente, justo como quería.

Ahora descansaba en el jardín de rosas, todas eran blancas y yo amaba las rojas.
Hoy, a dos semanas de mi cometido, he visto volver a Finn, tan pacífico como siempre, tan inexplicable.

Él sonrió y me entregó más rosas, pero estas son mis favoritas porque son las rojas.

Nos amábamos, y lo seguimos haciendo.

Escape of my mind (Finn Wolfhard) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora