Bajo cero

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Despertar esta mañana no fue fácil, sentía mucho frío pues la temperatura se encontraba bajo cero.

Saqué mis pies por el borde de la cama, vi mi habitación y la encontré algo desordenada -"no recuerdo haberla dejado as" me dije pero apesar de eso hice lo de siempre, sentir la suave alfombra bajo mis pies, hacer mi desayuno, bailar un poco, cambiarme la pijama y salir de la casa.

Por el camino encontré un par de personas conocidas quienes naturalmente me saludaron, no recuerdo su rostro solo sé que devolví el saludo; en el horizonte se veía todo muy bien, el campo de golf y naturalmente los lagos casi congelados por completo con los cisnes rebosantes en ellos, algunas personas corriendo  y un par de chicos en bicicletas.

Siento frío porque no salí de casa más que con mi abrigo azul de siempre. -¿tanto me gusta el frío o estoy tan loca que no hice caso o miso a lo que sabía? ¿Me quiero enfermar? Pregunté muchas cosas como esas durante un tiempo.

Entré al hermoso restaurante en el que efectivamente me saludaron con una sonrisa y me sirvieron una deliciosa tostada de pan con un poquito de jaléa -como hecha en casa. Me dijo la amable señora. Sonreí.

Después de un rato salí del restaurante hacia el bosque y sí, volví a caminar hasta llegar nuevamente al sendero que conducía a mi linda casa canadiense, abrí la puerta de sedazo, luego la de madera, me quité el abrigo azul, junto a la puerta dejé mis vans, subí las gradas, entré a mi habitación, llegué a mi buró y cambié de página.

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