Stranger World

Capitulo III: El día de tu muerte

Mi suerte no podía ser mejor, Avril se despertó y nos escuchó discutir, ahora no había forma de esconderle sobre esta espíritu. ¿Debería decirle directamente lo que sucede o tratar de camuflarlo de alguna forma? Ese instante lo tuve claro, si ella lo sabía probablemente me tomaría por demente o acabaría muy asustada, me llené de valor para hablar y estuve a punto de decirle que lo que estaba oyendo no era más que una llamada, pero ¿Como explicarle como acabó ella así si era yo quien estaba tumbado en el suelo?

—¿Como es que acabé en esta casa? ¿Estás bien?— Me miró preocupada, adentrandose aún más a mi habitación

—¿Yo? Sí, estoy bien. La que me preocupa eres tú, te desmayaste en mitad de la calle y no había ni un solo vecino que se acercara a tí porque estaba lloviendo.— Disimule mi tono de voz, convencido de que aquella mentira era real, para darle más veracidad a mi punto y que ella mordiera el anzuelo. Miré a mi alrededor, tal parecía que la espíritu había desaparecido de nuevo, en ese instante me sentí aliviado por lo que continué con aquella trola.

Avril, se rascó la cabeza, con una mirada algo incrédula hasta notar un pequeño bulto sobre su cabeza, un hinchazón por el golpe que tuvo cuando la espíritu salió de su cuerpo, solo con recordarlo me apenaba no poder disculparme ni que la espectro lo hiciera tampoco.

—¿De donde salió esto?— Preguntaba tocandose la cabeza, específicamente la parte occipital de su cabeza. Es decir, la parte de atrás.

—Te lo dije, te desmayaste y como no sabía donde es tu casa traté de ayudarte metiendote en la mía.— Respondí algo nervioso, siempre que los nervios me invadían empezaba a frotar mi nuca.

—Bueno, tal vez solo creí haberlo visto. Te lo agradezco.— Me sonrió, finalmente obtuve una sonrisa de su rostro, era sumamente bella y no pudo evitar que mis mejillas se ruborizaran un poco.

Desvíe mi mirada por unos segundos, los nervios no paraban de invadirme y eso hacia que frote mi nuca como si de un plato sucio se tratara. Minutos después, me levanté y la acompañe nuevamente al salón de mi casa, ofreciendole una toalla para que se secara un poco y una manta por si le hacía frío. En un momento dado, ella observó a detalle el cuadro con la fotografía de mi madre, no me atrevía a mirarla, no me sentía preparado y a pesar de que fuera Avril, simplemente no hallaba la fuerza para mirar.

—¿Quien es la chica del cuadro?— Preguntó; la pregunta que más quería evitar fue lanzada, supongo que debía responder.

—Ella... Era mi madre, falleció hace tres meses.— Cabizbajo trataba de desviar al completo la mirada hacia el cuadro, aceptar que la única persona que siempre estaba a mi lado se había ido, simplemente era atormentante para mí.

—Vaya, lo siento... ¿Quieres hablar de ello?— Se me hacía inusual que alguién me preguntara eso, nunca respondía o simplemente abandonaba el lugar cuando alguién lo hacia, pero estabamos en mi casa, fuera llovía, era la única vez que no pude evitar esa situación

—Elizabeth Stone, mi madre; ella era la persona más importante para mí, estuvo conmigo siempre, desde el día en el que nací y jamás se iba de mi lado. Desde pequeño siempre me tenía muy cuidado, me sobre protegía, como se suele decir y siempre hallaba la forma de entender mis problemas y entenderme a mí cuando nadie más lo hacía. Mi padre nunca suele estar en casa, por su trabajo, pero mi madre siempre estuvo aquí, trabajando y haciendo de ama de casa para que nunca me faltara nada. —Solloce por unos instantes, tomando aire para poder continuar y dejar salir finalmente lo que por mucho tiempo contuve. — Hace más de un año, le detectaron un tumor en el cerebro, el cual dijeron que llegaría a ser mortal. Me lo ocultó por seis meses, hasta que ya no pudo más y por los tratamientos tuvieron que raparle el pelo, eso no se puede esconder por siempre, ¿Verdad? Cuando falleció, mi padre ni si quiera se dignó a llegar al funeral, ver como entierran a la persona la cual pasó contigo toda una vida no es nada bonito. Aún lo recuerdo bien, 9 de marzo, el día en el que ella finalmente me dejó...

—Vaya, lo lamento mucho...— Se escuchaba como se tapaba la boca, parecía estar algo apenada por lo que empecé a contarle.

El momento emotivo llegó, entre leves sollozos ocultaba mi rostro al estar cabizbajo, solo sentí los brazos de Avril rodeando mi cuerpo para darme un consolable abrazo y se oía como los sollozos de una voz femenina también se escuchaban, no me atrevía a ver a Avril entre sollozos, pero me equivocaba, no era Avril quien lloraba, era...

—¡¡Kyaa~, un fantasma!!— Escuché la voz de Avril gritando mientras apuntaba a la espíritu que reapareció frente a nosotros. Al mirar, noté que era ella quien estaba llorando también.

—Tenías que aparecer justo ahora...— Mi rostro mostró una mueca más preocupada y decepcionada al observar a la espíritu.

Se secó las lagrimas de su espectral rostro, se me hizo raro, pero ahora no había marcha atrás, debíamos explicar a Avril sobre quien era y como llegó aquí. Toda esta situación dió un giro de 360°, por lo que cuando eleve mi rostro simplemente hice un gesto con la muñeca, indicando a la espectro explicar a detalle.

—Primero que nada, no soy un fantasma, soy una espíritu; no pienso dañarte, no puedo tocarte si no tengo un cuerpo que poseer como hice antes contigo y vine a la casa de Aiden por ayuda. No puedo explicar más porque es información clasificada.— Con un tono algo infantil respondió, ahora solo era una conversación entre ellas dos.

—E-Esta bien... Espera, ¿A que te refieres con "como hiciste antes conmigo?

—Ehm, bueno... ¡Todo esto es culpa de él! Se tiró por la ventana sin pensar y para ayudarlo tuve que poseer tu cuerpo, espero que no te haya molestado.

Ambas me observaron con una mirada intimidante, ahora era yo el centro del problema y por culpa de la espíritu debía desmontar toda la mentira trabajada para explicar a detalle lo sucedido.

—Esperad, yo, Puedo explicarlo...— Respondí nuevamente nervioso, ¿Adivinad quien empezaba a frotar de nuevo su roja nuca?