Epílogo

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— ¡Yebin, vamos! Tú papá nos esta esperando. — una dulce niña, que apenas rondaba los cinco años, corrió rápidamente hacia la dirección donde un alto hombre la esperaba.

— Lo siento tío Mingyu, estaba dejando unas flores en la tumba de Minnie. — El castaño le regalo una sonrisa y la tomo en sus brazos mientras salían de casa.

Afuera, un rubio los esperaba recargado en un auto gris, mientras tecleaba algo en su teléfono.

— ¡Papá! — llamo la niña, obteniendo la atención del rubio quien enseguida dejo su teléfono a un lado y recibió abiertamente a la pequeña en sus brazos.

— ¿Como te has portado? — preguntó este sin dejar de sostener a la pequeña.

— Bien, el tío Mingyu me ha llevado a comprar helado y vimos algunas películas juntos.

— Me alegra. — dijo sonriendole a la pequeña. — Ahora despidete, que papi nos esta esperando en casa. — la niña entusiasmada asintió bajando rápidamente de los brazos de su padre, para después hacer lo que este le había dicho.

— Gracias por cuidarla. — hablo el rubio, cerrando la puerta del coche, donde Yebin había entrado segundos atrás.

— No hay de qué, sabes que adoramos cuidarla. — dijo despreocupada mente el castaño regalándole una sonrisa, a lo que su amigo asintió.

— ¿Como esta él? — se atrevió a preguntar el rubio en tono bajo, asegurándose de que Yebin estuviese distraída. Mingyu suspiro ante aquella pregunta, pero aun así mostró una sonrisa.

— Se esta recuperando, sabes como es esto. Él realmente se había ilusionado esta vez, fue una noticia dura para ambos. Pero lo superaremos, siempre es así.

— No se desanimen. — dijo apretando levemente el hombro del otro. — Saben que pueden seguir inten...

— No. — Mingyu bajo la mirada y volvió a soltar un suspiro. — Ambos decidimos que si no se lograba esta vez, no volveríamos a intentarlo. Supongo que eso fue lo mas duro después de todo.

Hansol solo asintió comprensivo y le dio una ultima mirada de confort a su amigo antes de entrar al auto y encenderlo.

— Dale mis saludos a Wonwoo, dile que también van de parte de Seungkwan — el moreno asintió y volvió a sonreír. — Hasta pronto. — dijo por fin el rubio antes de que Mingyu los viera alejarse. Se despidió con la mano y una vez el auto no fue visible ante sus ojos, entró de nuevo a su casa.

Esta se mantenía en silencio, como si nadie mas estuviera ahí. Se dirigió a la cocina y comenzó a preparar la cena. Esta no le demoro bastante tiempo, así que cuando termino sirvió un poco en un tazón  y junto con un vaso de jugo, subió hasta la segunda planta.

— Wonu, te traje de comer. — hablo el moreno mientras ingresaba cuidadosamente a la habitación para que no se le cayera nada de lo que llevaba en las manos.

— No tengo hambre. — hablo el mencionado, quien permanecía recostado en la cama sin quitar la vista del libro que estaba leyendo.

— Vamos, no has comido nada desde ayer, estoy preocupa...

— Tú tampoco lo has hecho. — le interrumpió el azabache, esta vez levantando la mirada.

— Claro que si, comí junto a Yebin hace un rato. — mintió. En realidad solo había visto a la niña comer.

— Sabes que siempre me doy cuenta cuando estas mintiendo. — el moreno asintió bajando la mirada, lo había descubierto. — Y por que Yebin me lo dijo.

¡Odio los gatos! || MEANIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora