Un nuevo día y todos en el castillo se movilizaban realizando los preparativos para recibir el ataque contra el rey.
Por otro lado en los aposentos del rey un hermoso joven de cabellera rojiza comenzaba a moverse entre las sabanas de la cama. Abriendo sus ojos se topó de frente con unos ojos azul eléctrico brillando en la oscuridad de la alcoba.
—Buenos días, mi amor— saludo el rey dando un pico en los labios del chico.
—Buenos días, rey— el menor apenas y pudo corresponder el beso.
El rey lo miraba con amor mientras el menor sonreía apenado con un tierno sonrojo en las mejillas, a su mente estaban llegando una serie de imagines referentes a su pasada noche de pasión desinhibida. El sonrojo se intensifico volviéndose la cara de Evan de un rojo brillante. Nathaniel soltó una despreocupada carcajada.
—Eres tan lindo— comento tomando el pequeño cuerpo del chico y abrazándolo con fuerza. Evan no puedo evitar que un pequeño quejido de dolor saliera de sus labios, a causa de una punzada proveniente de su trasero —Estas bien amor— el rey tomo al chico con mayor cuidado y lo recostó de lado.
—Sí, solo un poco adolorido— la sonrisa no se iba del rostro del menor, sin importar el malestar se sentía pleno por primera vez en su corta vida.
—Lo siento, debí tener mayor cuidado anoche— se disculpó el rey, dando suaves masajes a la parte baja de la espalda de Evan, este solo cerraba los ojos disfrutando de las tiernas caricias.
—Estoy bien, aunque no creo poder pararme solo— comento el más joven recordando lo que sucedería ese día por la tarde.
—No te preocupes cielo, para eso me tienes a mí.
—Bueno pues, quiero ir al baño— susurro la última parte escondiendo su rostro en la almohada.
— Pues andando, hare lo que mi reina pida— el rey se levantó de la cama colocándose nada más que una bata gruesa de terciopelo negro sujeta por un delgado lazo verde oscuro.
— ¿Reina?— la expresión de desconcierto en el rostro de Evan fue digna de un óscar, pues verdaderamente no tenía idea que lo que sucedió anoche más el anillo en su dedo valían más que una firma en un inútil papel.
— Así es, a partir de hoy serás mi reina Evan, serás la reina de todo Galdur, ambos nos amamos y no quiero dejarte ir, además el anillo en tu dedo te identifica como tal... ¿O es que acaso tú no quieres?
El chico lo medito unos segundos, segundos que mantuvieron en agonía al rey.
¿No quería pasar su vida junto a él?, el rey lo quería y quería que Evan también, pero no por eso lo obligaría, Evan sería la única persona a la que jamás obligaría a nada. Aunque eso significara dejarlo ir y con ello dejara de tener sentido la vida, pues qué sentido tendría vivir una vida en la que la persona que amas no quiere estar contigo.
— Sí quiero — esas dos únicas palabras regresaron el alma al cuerpo del rey, quien suspiro con un notable alivio — Eres mi rey y te amo.
Con esa última confesión fue envuelto en un protector abrazo y llenado de cariñosos besos.
— También te amo mi reina.
— Ok, ahora mi rey puede llevarme al baño que ya no me aguanto— fue inevitable no soltar una pequeña carcajada, hacia tanto que Nathaniel no era tan feliz y con suficientes motivos para sonreír e incluso reír, y todo se lo debía al pequeño muchachito en sus brazos.
~•~
—Todo esta listo rey, sol esperamos la llegada de los pobladores— informo uno de los caballeros.
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Un Amor de otro Mundo
RomanceEvan un chico de cuidad, reservado, serio y honesto de apenas 15 años encuentra un día de camino a casa un extraño y llamativo anillo con forma de corona de reina, un hermoso anillo a oro y plata con piedras en rosa oscuro y diamante. Un anillo leg...