Capitulo 1

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1935

-El auto se movía de manera estrepitosa mientras cruzaba los caminos de tierra. El viaje desde Japón a Corea había sido toda una odisea desde que abordó aquel barco y luego subió al auto al llegar al puerto, los viajes en barco le desagradaban, múltiples escenarios cruzaban su mente de lo que podría pasar durante el viaje y eso no mejoraba su estadía en la nave; llegar a tierra era un gran alivio para su persona, de igual manera, hacer este tipo de cosas era parte de su trabajo. A veces se preguntaba cómo fue que llegó a esto, su trabajo era simple, la ciencia estaba en lo que había en su cerebro y como lo enseñaba a otros, pero desde que empezó a hacer viajes para impartir sus servicios todo se volvió mas tedioso, nunca pensó que las personas fueran a solicitar tanto sus habilidades siendo tan joven.

El viaje en auto hacia su destino era lo suficientemente largo y cansado como para haberse dormido, pero la incertidumbre de saber como era el nuevo lugar en donde estaría para dar sus servicios hacía que fuera imposible. Miró su reloj de bolsillo con recelo, queriendo que el tiempo pasara mas rápido para poder llegar y descansar "6:30pm" marcaba su reloj. Su desesperación aumentaba, no era una persona muy paciente cuando de viajes se trataba, por eso aun le extraña haber tomado la decisión de hacer su trabajo esto -"la paga"- le respondió su subconsciente, era cierto, las personas de la mas alta sociedad son los que mayormente buscan sus servicios.

Pasadas ya unas dos horas llegaron a un gran portón de madera donde un hombre con ropas desaliñadas procedió a abrirles para darle paso al auto. Alzó su cabeza para observar en donde se encontraban, era de noche, el camino seguía siendo de tierra, arboles lo rodeaban y se extraño al darse cuenta que había aun mas camino.

-"Debería dormir, aun estamos lejos de la casa"- le dijo aquel chofer con el cual solo había dirigido un par de palabras al llegar al puerto. No era una persona muy parlanchina y menos con personas que no conocía. Accedió a realizar lo que aquel muchacho le había dicho, su cuerpo estaba muy cansado. Antes miró su reloj de bolsillo de nuevo "8:45pm" marcaba. Luego de ver la hora hundió su cuerpo en el asiento trasero de aquel auto, todo había sido tan cansado que hasta los asientos del auto eran como la mas suave almohada para dormir, cerró sus ojos y dejó que Morfeo hiciera su trabajo.

...

Un profundo sueño invadía a la persona que estaba en la parte trasera de aquel auto, un movimiento leve en su brazo, dos de ellos, y luego su nombre, extrañándose por no saber en donde se encontraba, y notando que se hallaba en aquel auto ya estacionado frente a una enorme casa. Volteó y a su lado estaba aquel muchacho con el que no había dirigido mas de ocho palabras en todo el viaje. El procedió a informarle que ya se hallaban en su destino, bajó del auto y una mujer alta con ropa elegante, pero no de nobleza, se encontraba en la entrada de aquella enorme casa.

El muchacho le llevó sus maletas hasta el interior de la casa, tres grandes maletas con sus pertenencias, luego de eso subió al auto y se marchó. Ella empezó a acercarse a la entrada y la mujer alta seguía ahí sin inmutarse hasta que llegó a su lado y procedió a hablar.

-"Bienvenida, Institutriz"- dijo aquella mujer. Ya de cerca se dio cuenta de que era mayor, unos cincuenta y pico de años, con algunas canas en su perfecto peinado recogido y arrugas en su cara sin expresión. Hizo una reverencia a la cual ella correspondió de la misma forma

-"Adelante, los señores se encuentran en este momento dormidos, el Conde desea hablar con usted mañana en la mañana"- le informó. -"Mi nombre es Young Hee y soy el ama de llaves"- se presentó. Parecía ser buena persona pero con un porte de mucha presencia.

-"Yeh"- Dijo ella caminando a su lado asombrada por las maravillas de esa casa. Nunca se dejaría de asombrar de lo hermosas que eran las decoraciones de aquellas casas de gente de sociedad, pero frías y solas, con personas que solo están allí para cumplir un papel por obligación.

-"¿Cómo dice?"- preguntó sin entender después de que hablara tan repentinamente

-"Mi nombre es Yeh Shu-Hua"- Aclaró, presentándose.

-"Oh"- exclamó la mujer, las dos iban subiendo las inmensas y lujosas escaleras -"No se preocupe, ya sabía su nombre, el señor nos informó de su llegada y nos lo dio"- Informó el ama de llaves.-"Los señores son muy estrictos con las reglas: la hora del desayuno, almuerzo y cena se deben respetar, nadie se levanta de la mesa si el señor no ha terminado de comer, nadie come hasta que el señor no empiece a comer, al levantarte debes pedir permiso, todos despiertan mas temprano que los señores y todos duermen mas tarde que los señores, dirígete hacia él como señor y nunca digas mas nada de lo que debes, la señora es un poco celosa, y las dos niñas, bueno, mañana las conocerás"- Shuhua escuchaba atenta las reglas de la casa, reglas extrañas a su parecer pero cada familia tiene su rareza -"Como puedes ver"- Prosiguió el ama de llaves al ver el silencio de la contraria -"Contamos con electricidad gracias a los contactos con el gobierno del señor"- Explicó -"Por aquí"- La mujer mayor guió a la institutriz por uno de los tantos pasillos de esa enorme casa, hasta llegar a una de las tantas puertas hecha de madera oscura y pulcra. -"Ésta será su habitación"- dijo abriendo la puerta y haciendo ademan para que Yeh entrara también. Era la habitación perfecta para una persona, ella sinceramente esperaba que le otorgaran una de esas habitaciones llenas de soledad y oscuridad, tan fría para una sola persona, donde en las paredes hacían eco hasta tus mas íntimos pensamientos. A diferencia de esas, ésta era mas pequeña, una cama lo suficientemente grande encima de una plataforma no tan alta, con columnas de madera y un techo amoblado, sábanas blancas cubrían la tan bien tendida cama. Una mesa de noche a cada lado de ella con lámparas redondas que llevaban dibujos de flores al estilo chino, el armario lo suficientemente grande, una peinadora con un espejo tan brillante y claro que podría ver en el hasta la mas mínima de sus imperfecciones y un juego de muebles con una pequeña mesa de té en el medio, bastante acogedora, luego la puerta a lo que suponía era el baño. Shuhua miraba todo muy interesada hasta que recordó que había dejado sus maletas en la parte baja de la enorme casa. Abrió sus ojos al darse cuenta y la mujer dedujo lo que había pasado -"No se preocupe por sus maletas, en un momento le digo a uno de los empleados que las suban, espere un momento"- y sin mas el ama de llave salió de la habitación.

La institutriz se acercó a aquella cama y se tiró en ella, era tan cómoda que pudo haberse quedado dormida en ese mismo instante, pero necesitaba su ropa para dormir la cual estaba en las maletas, por ello se sentó en la cama evitando que eso sucediera y miró su reloj de bolsillo "2:30am" marcaba. Era muy tarde y esperaba que Young Hee llegara rápido para poder dormir. Mañana debía levantarse temprano, la primera impresión es la que cuenta en la alta sociedad. Como si la hubiera llamado con el pensamiento, Young Hee atravesó la puerta con dos empleados cargando las grandes maletas

-"Por ahí"- dijo el ama de llaves para que los chicos procedieran a colocar las maletas dentro de la habitación. Y así lo hicieron, al terminar de colocar las maletas a un lado de la cama los dos chicos hicieron una reverencia y se retiraron de la habitación. Young Hee se acercó a Yeh -"Aquí está la llave de la habitación"- le dijo entregándole el pequeño objeto de acero -"Estoy despierta desde las 6:30 de la mañana, me puedes encontrar en la cocina a esa hora. Los señores despiertan a las ocho y a las 8:15 está listo el desayuno, espero pase buenas noches, señorita"- le informó para luego retirarse de la habitación.

Shuhua miró todo a su alrededor, todo había quedado en silencio, un silencio ensordecedor que hacía sonar ese pequeño pitido en sus oídos, suspiró con pesadez, había sido un día muy agotador y sólo quería dormir. No tenía ganas ni de tomar un baño así que solo se dirigió a la maleta marcada como "ropa ligera". Era muy controladora con sus cosas y a la vez olvidadiza con ellas, por ello tenía todo perfectamente ordenado, abrió aquella maleta y sacó el primer vestido de dormir que encontró, se despojó de aquella ropa que llevaba puesta desde que bajó del barco, botón a botón, cinta a cinta, dejando al aire su hermosa piel pálida como la nieve, tan delicada a la vista y tan suave al tacto, luego soltó su cabello tan oscuro como la noche, se colocó su prenda para dormir, se metió a la cama y pensó, los nervios estaban empezando a atacarla, no había pensado en el hecho de que se tenía que presentar con sus nuevos jefes y su familia, debía mantener un buen porte y presencia, digna de su rango, digna de ella. Era tan abrumador volver a empezar, otra casa, otra familia, otro secreto -"¿Qué secretos esconderá esta familia?"- pensó. Recordó ver la hora así que tomó su reloj de bolsillo posado en la mesa de noche del lado derecho "3:00am" marcaba. Calló sus pensamientos y entró de nuevo en un profundo sueño, mañana sería un día interesante.-

𝕷𝖆 𝕴𝖓𝖘𝖙𝖎𝖙𝖚𝖙𝖗𝖎𝖟 (𝑺𝒐𝒐𝒔𝒉𝒖 )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora