SEGUNDA PARTE

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Dedicado a quienes todavía creen en ese repentino amor que florece sin causa alguna.

Muerte para dos, por favor

SEGUNDA PARTE

Blue jeans

Te amaré hasta el fin de los tiempos, esperaría un millón de años

Harry cayó al suelo en un sonido seco.

Sentía su cuerpo temblar, pero no le importaba, no le importaba en absoluto. Las convulsiones se acentuaban, y era como si su cerebro se hubiera desconectado y lo dejara inmóvil, como el cuerpo de una muñeca al que pisotean. Sin embargo, sí podía ver, sí podía sentir. Y dolía.

Su visión era borrosa, a causa de las lágrimas calientes que caían por su rostro sin poder detenerlas, sin ser realmente consciente de que estaban allí, gritaba, había gritos por todas partes, y no fue hasta que su cuerpo se arqueó en donde se dio cuenta de que el que estaba gritando era él. Sus oídos funcionaban igual que una televisión rota, en blanco y negro, de repente oía un pitido y todo se escuchaba con claridad, su respiración, su visión borrosa, mientras que sus anteojos los llevaba puestos, pero estaban quebrados. Sabía que no era el único que gritaba, había ruido por todas partes.

Las sensaciones venían a él como un relámpago indeseado por momentos. En un parpadeo era capaz de escuchar conversaciones ausentes, susurros, risas, sollozos, y al otro, el pitido había vuelto a aparecer, y sólo podía ver, observar, imágenes, porcelana blanca, caños rotos, agua por todas partes. Al siguiente instante lo único que podía hacer era sentir, como si las sensaciones acumuladas de toda su vida, se reprodujeran en un segundo, y su cuerpo no soportara tanta intensidad. Porque tantas emociones lo abrumaban, lo estaban matando.

La manera en cómo se sintió cuando su primo lo colgó de un árbol cuando tenía cuatro años, Lo abandonado que se había sentido, cómo se sentía. El vacío que experimentaba al estar solo, a hacer las cosas solo, a no depender ni necesitar a nadie, porque, ¿quién había estado ahí cuando se raspó las rodillas?, ¿quién lo había abrazado cuando tanto lo necesitaba?, ¿quién lo cuidaba?, ¿quién lo arropaba por las noches?, ¿quién estaba para él cuando lloraba? Como nadie nunca había estado ahí para él, resultaba irreal que él siempre estuviera ahora para otras personas. Cómo se había sentido el primer helado, mientras se derretía dentro de su boca, cuando se sintió protegido por Sirius al descubrir que era su padrino, la esperanza que había sentido, que lo inundaba de felicidad. El amor que les tenía a sus amigos, cuando había conocido a Ron. La primera vez que había atrapado la snich. Cuando volaba, el viento correr por su rostro, la adrenalina a tope.

Cuando lo había visto.

Ojos grises. Boca suave. Palabras hirientes.

— ¡Harry!

En una exhalación, sintiendo sus pulmones a punto de explotar, se levantó de golpe. Su corazón martillaba acelerado, mientras sentía sus mejillas calientes y la boca seca. Miró a todas partes, alarmado, observando que no estaba en ningún lugar monótono, en ningún infierno, en ningún limbo, la habitación de siempre lo recibió como siempre: desordenada. Draco era un maniático de la limpieza, pero la Sala de los menesteres se especializaba por cumplir los deseos, y aunque siempre terminaban pensando en una habitación grande, solían destrozarla a menudo.

Los ojos grises de Draco detonaban un tinte de preocupación, mezclada con seriedad, pero, claro, eso era simplemente imposible, ellos sólo se estaban acostando, en plan pollas y agujeros, cuerpos, no personas, en plan yo te follo duro y tu gimes mucho. Si a Harry no le doliera tanto, estaría en el séptimo cielo.

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⏰ Última actualización: Aug 21, 2014 ⏰

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