Epílogo

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El mayor de la familia Grazer subió al estrado mientras sostenía dos hojas de papel; una donde tenía escritas todas las palabras dirigidas a su hermano, y una hoja celeste, la misma que escribió Jack antes de aceptar la donación. Quizá esta última le diera fuerza.

Todos los familiares, amigos e incluso su ex-novio asistieron al funeral. Todos vestidos con elegantes trajes de luto. Guardaron silencio. Finn sentía sus oídos palpitar y el corazón a mil.

— Un hermano es un compañero de viajes, locuras y una que otra mentirilla. Un hermano es la otra mitad de tu ser, una pieza irremplazable y única —dio un respingo y apretó las hojas en sus puños—, así era Jack. Tan noble, suspicaz, incrédulo u muchas veces soñador. Antes de irse me escribió una carta.

Los visitantes estaban ansiosos por escuchar las palabras que diría, sin embargo, Finn tenía otros planes.

No, no las leeré.

Al menos la mitad de las personas lo miraron con recelo, otras con rabia.

— Algunas confesiones son bastante seductoras como para esconderlas, otras en cambio, son demasiado oscuras para sacarlas de su sarcófago —concluyó dejándolos con las ganas y la boca abierta.

Dirigió sus más profundas palabras a aquel chico que le hizo sacar más de una sonrisa cada día, quien lo hacía enojar cuando se creía rebelde. Aquel chico que amó cuando fue imposible.

El funeral culminó y todos se fueron. Finn regresó a casa con los ojos nostálgicos y el alma en trocitos. Estar en ese lugar no era lo mismo sin él.

— ¿Seguro que quieres entrar ahí? — preguntó su madre con la llave en la mano.

— Absolutamente.

Ella abrió y de inmediato se marchó; abrir esa puerta era como abrir se nuevo una herida y los recuerdos con una persona que no creará más.

El rizado cerró la puerta una vez que entró, buscó en cada lugar con la esperanza de encontrar alguna lista de deseos y en efecto ocurrió así. La lista tenía dos hojas adicionales y una cámara (regalo de catorce años) instantánea.

Tomó las dos cosas y los objetos necesarios para cumplir su misión.

...

Canadá, Filipinas, Argentina, Croacia, Alemania, España. Hasta el momento esos lugares tenían un pedazo de lo que fue Jack.

A cada lugar que iba, Finn dejaba un objeto perteneciente a Jack: una carta de póker dentro de un libro en una biblioteca, una rueda de su carro favorito incrustada en un reloj…

—El mundo entenderá que no sólo fuiste mi hermano, que dejaste una marca más grande que cualquier otra persona en mi. Bien dijiste que tenía que cumplir mis sueños pero mirame, estoy a punto se tomar un vuelo para Hong Kong para cumplir los tuyos.

Yo solo esperaré a que pueda encontrarme contigo, si es que puedo. Para que allá nos reunamos para culminar nuestro destino y cumplir nuestro anhelo.

Te amo Jack.

Pasó cuatro décadas más dejando una parte de su querido amor pero como ya sabemos el destino es cruel. Falleció en Noruega -uno de los últimos paises de la lista- y aquel corazón luchador que vivía por los dos dejó de palpitar.

-¿Jack? -preguntó Finn.

- Tienes el cabello blanco- respondió con su típica dulzura.

- No has cambiado nada- refutó Finn sonriendo y haciendo que las arrugas se marcaran aún más.

Jack se miró y respondió.

- Tengo el mismo aspecto del día de la última fotografía, dime ¿Tuviste hijos? -Finn dudó un poco.

- Uno -Jack sonrió-, y se llama igual que tú; Jack Grazer.

...
[8 diciembre]

Anhelo; Fack [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora