Empieza, en el primer día.

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Aquel día iba confundida, sin saber a qué me iba a enfrentar, pero allí estaba pensando que todo sería igual, con gente nueva, pero igual.

Lo que yo no sabía era que a partir de aquel día, después de pensar una y mil veces qué ropa ponerme, cómo peinarme y qué zapatos llevar, tendría que dejar la inocencia en el pasado.

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Llegamos al instituto, no teníamos ni idea de dónde estaba nuestra clase, yo y mis amigas estabamos bastante nerviosas, teníamos miedo de caer separadas, y lo peor, de que nuestros compañeros nuevos sean tóxicos. 

       __ Anna creo que es aquí, voy a avisar a las demás para que no nos separemos_

       __Vale, pero voy contigo, no me quedes sola, me muero de la vergüenza.

Anna y yo avisamos a las demás, María, Carmen, Laura, Marta y Rocío estaban todas juntas esperando nuestro aviso, nos reunimos y juntas, unidas como siempre, fuimos a nuestra correspondiente clase, y fue ahí cuando nunca me imaginé en cómo cambiaría mi vida.

Llegamos tarde, tanto buscar la clase hizo que perdieramos la noción del tiempo, y cuando llegó la hora de poner un solo pie en el aula, levanté la cabeza, miré al fondo y no sentí nada, no miré a nadie, tan solo me fijé en donde sentarme. Nuestro tutor se llamaba Andrés, es bajito, con una barriga considerable, por no decir exagerada. Nos habló de cuales son nuestras asignaturas, de cómo dará él su asignatura (plástica), de cuáles son las normas de convivencia y de cómo deberíamos organizarnos. Pero después, vino lo que todas temíamos, presentarnos, decir tu nombre, tus gustos y decir con qué valor te defines. 

Despúes de que todos nos presentaramos, Andrés hablaba, no me acuerdo del qué, pero de lo que sí me acuerdo es de que había un murmullo al fondo, era un chico, una voz grabe pero esa voz calló cuando Andrés le llamó la atención y fue ahí, cuando mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, porque por casualidad mi cuerpo se giró, miró atrás y allí estaba él.

Se llamaba Pa, era repetidor, tenía un año más que yo, era alto, castaño claro, con una sonrisa que enamoraba a cada cual que señalara. Nuestras miradas se cruzaron y fue ahí cuando nuestro destino decidió que era la hora de saber que existíamos.

UnmentionableWhere stories live. Discover now