OO

234 44 54
                                    

Galletas Navideñas

Salí de mi casa, solo por un momento, necesitaba un poco de aire

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Salí de mi casa, solo por un momento, necesitaba un poco de aire. Estaba realmente harta de sólo escuchar la palabra navidad durante horas seguidas, ¿por qué tanto escándalo? ¿qué tenía de especial una cena, la cuál puedes hacer cualquier otra noche del año, o la llegada del tal Santa, que en primera ni quisiera existe?

Papá no estaría con nosotras esta nochebuena, pues había preferido pasarla con su novia, Sherlyn, que por cierto es un gran dolor de cabeza, y aunque mamá también lo era, algunas veces, sigo sin entender por qué la había cambiado por esa mujer malvada. Apenas tiene seis meses de relación con ella pero son suficientes para odiarla. Mamá sigue sin superar la ruptura, pero aparenta hacerlo por nosotras.

Llegué a mi cafetería favorita, y ordené un chocolate caliente. Honestamente, en Lake Tahoe el frío era espantoso y la nieve cubría por completo las calles. Los grupos de jóvenes cantando villancicos a metros de mi me causaban náuseas, ¿alguien haría el favor de callarlos?

Tomé asiento lo más alejado de ese grupo enfadoso, y me dispuse a dar un sorbo a mi bebida. Maldecí al sentir ardor sobre mi lengua, ¡Mierda! Estaba calientísimo. Nada podría ponerme peor de mal humor, estaba al tope.

Rodeé los ojos y saqué mi celular con intención de checar mi cuenta de Instagram. Deslizaba y deslizaba hasta que una imagen captó mi atención. Era un anillo de compromiso, asombroso, ¿a qué genio se le había ocurrido la gran idea de pedir matrimonio en Navidad? Me compadezco de la novia. Deslice la imagen hacía la izquierda al notar que había más fotos de esa publicación, cuando me pasmé por completo. Enseguida mire sobre el nombre del user... "SeanMJ".

¡¿QUÉ CARAJOS?! ¡Mi novio, (bueno, exnovio) se había comprometido con esa zorra llamada Sandy!

No, no, no... esto definitivamente no puede estar pasándome a mí. Y sí, lo sé, nuestra relación tóxica había terminado tres años atrás, pero me era imposible olvidarlo por completo. A decir verdad, tenía la esperanza de que se arrepintiera y volviera a mis brazos totalmente arrepentido, o cómo todos lo llaman, el supuesto milagro de Navidad. Joder, eso nunca iba a pasar.

Cómo era de esperarse, lo bloqueé, no sin antes mandarle un mensaje deseándole lo mejor en su nueva etapa de vida, con un "jódete malnacido" para finalizar. Intenté controlarme, pero una lágrima corrió sin previo aviso sobre mi mejilla. Odiaba este sentimiento, lo odiaba de verdad. Odiaba la maldita Navidad.

Apagué mi celular y lo guarde en el bolsillo de mi chaqueta. No quería llegar a casa, pero mi madre es tan dramática que sería capaz de llamar a la policía para informarles que estoy desaparecida, aunque eso era lo que realmente quería en estos momentos, desaparecer.

Continué bebiendo de mi chocolate al sentir que ya no hervía tanto, cuando de pronto un joven se acercó a mi con unas galletas navideñas. Lo miré y fruncí el ceño.

—Buen día, un hermoso día para saborear unas galletas de vainilla. O de coco, o de nuez. —sonrió, mostrando su linda sonrisa. Tragué saliva y permanecí seria. —¿Cuál te gustaría?

—No tengo dinero —contesté secamente —, puedes ir a venderlas a otra persona.

El joven rio, presumiéndome su dentadura perfecta de nuevo. —Son gratis, Hailee. Puedes tomar una.

Abrí los ojos sorprendida. —¿Cómo sabes mi nombre, intruso?

—Te escuché cuando pediste tu bebida —respondió tomando asiento en la mesa frente a mi —, ¿ya me dirás de que sabor quieres tu galleta?

—Mira, dos cosas... primero, eres un pshyco —apreté los labios, algo incómoda —, segunda, mi madre no me permite hablar con desconocidos, mucho menos comer algo de ellos.

El castaño sonrió de lado, con burla. —Oh ya, entiendo. ¿Podría secuestrarte, cierto?

—Algo así.

—O podría violarte, aunque aún no soy tan profesional en estas cosas. Aún estoy aprendiendo. —contestó levantando los hombros.

Lo miré con un poco de miedo, hasta entender que sólo se estaba burlando de mí. Genial. —¿Podrías marcharte?

—Claro —asintió y se levantó de la silla —, lamento haberte molestado. Solamente estoy ofreciendo galletas a los amantes de esta festividad, pero me doy cuenta que tú no lo eres.

¿Estaba siendo odiosa? Parecía el Grinch de la navidad, hasta podía imaginar como los niños lloraban de tan solo notar mi amargura en mi rostro. No era su culpa, pero tampoco mía. Mi padre nos había abandonado por su nueva pareja, al amor de mi vida no le bastó con romper conmigo en nochebuena, también tenia que proponerle matrimonio a su nueva novia, díganme, ¿quién en su sano juicio estaría feliz? O era demasiado, o yo era demasiado débil.

—Feliz navidad. —dijo el joven antes de marcharse.

Apreté los puños, odiándome a mi misma por lo que estaba a punto de decir. —Una de vainilla estaría bien.

Él volteó sobre su hombro y pude notar como su sonrisa aparecía de nuevo. A decir verdad, era guapísimo. Vestía en un abrigo negro elegante y bufanda roja, combinando perfectamente. Sus ojos eran mieles, transmitían demasiada dulzura y sus facciones eran tan finas pero tan masculinas al mismo tiempo. Su cabello castaño permanecía algo despeinado pero no le quitaba el porte.

Muy atractivo este hombre.

Volvió a tomar asiento frente a mí y me entregó la galleta en forma de un reno con nariz roja. —Aquí tienes, Hailee.

—¿Por qué un reno tiene nariz roja? —pregunté tomando la galleta, mientras la observaba.

El ojimiel se rascó el mentón. —Es Rodolfo. Dicen que es por el exceso de calor sobre su nariz.

Reí divertida. —¿También eres científico, aparte de repartidor de galletas?

—No, eso lo he leído en Wikipedia. —levantó los hombros, compartiendo mi risa.

Lo miré y me callé. ¡En verdad era muy guapo! Nunca había visto un hombre tan atractivo en mi vida, en persona, solamente en High School Musical. ¿Recuerdan a Troy Bolton?

Le di un mordisco a la galleta. —Mmm... —abrí los ojos con asombro —, es muy deliciosa.

—Lo sé, ¿cierto? —contestó entusiasmado —, es por eso que las regalo. Creo que algo tan bueno debe ser probado por todo el pueblo, y aparte, es Navidad, un obsequio no viene nada mal.

—¿Tú las has hecho? —pregunté interesada y brindé otro mordisco a mi galleta.

Él asintió. —Si, con ayuda de mi... abuela.

—Genial —contesté saboreando el sabor a vainilla. Fruncí el ceño y lo miré a los ojos. —No me has dicho tu nombre.

—Soy Justin —dijo con una sonrisa encantadora. Dios. —Justin Bieber. Mucho gusto, Hailee.

————————————————
¡Hooooooola! Ya está el primer capítulo de esta historia navideña. Recuerden que tiene pocos capítulos y será muy corta. Comenten que les pareció ❤️ y dejen su voto si creen que Justin como Santa es más sexy de lo normal, ah. ¡Gracias!

Santa Bieber .jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora