Pᴀʀᴛᴇ Úɴɪᴄᴀ

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Goldshine y Sigfrid sólo contaban con seis años de edad al momento de conocerse

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Goldshine y Sigfrid sólo contaban con seis años de edad al momento de conocerse. Fue en la escuela, el primer día de clases.

La pequeña rubia albina se encontraba sola en el patio del lugar. Ya que nadie quería jugar con ella. Se rumoreaba que era ruda y mala persona.

Se comentaba que en el jardín de infantes empujó a una niña del columpio, haciéndola caer y quebrar se el brazo. Otros dicen que rompía los juguetes que no querían prestarle.

La castaña la notó sola y creía firmemente que nadie debía sentir soledad en este mundo, que siempre debía estar acompañado aunque sea con alguien.

Así que decidió acercarse a pesar de los comentarios que recibía la contraria. Podría tener amigas fácilmente pero la mayoría eran falsas y sólo la utilizaban por sus Barbies.

-Hola, me llamó Sigfrid ¿Y vos?- Pregunta al acercarse a la chica. Está la observó y desvío su mirada.

-¿Alguien como vos no debería estar con las demás?- Cuestionó la de ojos plateados, sin mirarla.

-Tal vez- Contestó la contraria, colocando una mano en su mentón en forma pensativa- Pero sólo me utilizarían. Vos no pareces mala persona cómo dicen-

-¿De verdad crees eso?- Pregunto esperanzada la rubia albina, mirando la con una leve sonrisa en su rostro.

-Por supuesto que sí. Mi mamá dice que no se debe juzgar un libro por su portada-

-Ella tiene razón... Me llamó Goldshine, me puedes decir Gold si querés- Habló la de ojos plateados, revelando su nombre.

-Mmmmh, qué lindo nombre tienes. Igual que vos- Contestó la castaña, causando que la otra sé sonroje levemente.

Así fue el comienzo de esta bella amistad. Dos niñas pequeñas e inocentes, que no sabían lo que les esperaría más adelante. Lo cruel que puede llegar a ser el mundo.

Unos meses transcurrieron del comienzo de clases. Goldshine estaba por cumplir 7 años y su amiga le dio la idea de invitar a todo el salón.

Lo que no sabían era que ellos eran crueles. Le hicieron creer que asistirían e incluso iban a llevar regalos, admitiendo que la juzgaron de manera errónea.

Llegado el día, la rubia albina rebozaba de felicidad, cosa que a su abuelo Frederick, un hombre ya anciano, no le agradaba en absoluto.

Él creía que la diversión era una distracción para los negocios, por eso su nieto mayor, Golden, era quien estudiaba cómo dirigir una empresa a la edad de sólo 12 años.

Pronto, al entrar la niña en la secundaria, seguiría el mismo camino de su hermano y ambos podrían enorgullecer a su abuelo. Un hombre con sed de poder.

Lo que se preguntarán ¿Qué hace el padre de ellos? ¿Por que deja que les hagan eso? Pues, él pensaba igual.

Sin embargo, era más flexible y quería que sus hijos se diviertan, tomen un poco de aire. Por esa razón, esa tarde festejarían el acontecimiento de que su pequeña cumpla años.

Beѕт Frιeɴdѕ [Gold Gв х Freddy Gв] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora