Manzana

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Observando atentamente el pasar de los segundos, volviéndose mayor y encaminándose lentamente a la inevitable muerte. Tal vez solo busca aliviar el quemar que siente dentro de su pecho, alivianarlo con todo ese veneno y serpientes ha dejado de ayudar, se ha vuelto un pecador, probó la manzana y se ha vuelto adicta a ella. Su pecado es imperdonable y merece el castigo que Dios le ha impuesto.

La manzana que tanto alivió y alegró su existencia, siempre ha estado aliviando a otro, y bien lo sabe, pues no es un secreto ni trata de serlo y aun así se niega a dejar morir esa promesa, pese a sus ganas de gritar que desea que sea solo suya y dejar fluir todo lo que se está guardando y acumulando a cada paso que da, no lo hace. Los humanos son avariciosos y orgullosos, pues quiere tener que esa manzana sea únicamente suya, pero su orgullo e ideales se lo impiden totalmente.

Su castigo es sumamente cruel, caminar en soledad hacia el averno, llevar tal carga en silencio, mientras su imaginación por siempre lo castigará y mil demonios todas sus verdades susurrarán. Pero ha valido la pena, la manzana le trae tanta paz y alivio que puede llegar a olvidar que alivia también a otro. El amor hace cosas terribles a los humanos, como someterse a la peor de las torturas con tal de poder seguir degustando lo que en realidad es su perdición.

¿Qué tan grave es el pecado de esta alma en pena para merecer esto, Dios?

Dios mío ten piedad de esta alma. Se ha vuelto impura y ha probado una manzana que estaba envenenada.

Dios mío, te imploramos que tengas piedad.

Cartas y poesías de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora