El hombre de la capucha se hacia paso entre la gente, metiéndose por callejuelas hasta llegar a la entrada de una pequeña plaza con una fuente en el medio. Solo se escuchaba el sonido del agua. Parados uno detrás del otro. Lentamente el hombre se giraba descubriendo su cara, Luhan.
El joven intentaba acercarse mas a el pero el suelo parecía alejarse. Inmóvil, viendo como cada vez estaban mas lejos solo alcanzando a ver como Luhan susurraba algo que no lograba oír.
Sobresaltado y cubierto de sudor el joven se despertó en su cama. Otra noche mas había pasado. Aun medio dormido salio de la cama y comenzó su rutina diaria. lavarse, desayunar y cuidar las platas del jardín. El brote de melocotonero seguía creciendo. Cogió su bolsa y se dirigió al pueblo como todos los días de esta semana que había pasado. No tenia nada que hacer, solo recorría una y otra vez las calles que aparecían en su sueño buscando desesperadamente a Luhan pero siempre con el mismo resultado. Terminaba siempre en esa plaza, sentado en el borde de la fuente. Allí siempre había una niña con la que se entretenía hablando. Tendría unos 9 años. Rubia de ojos verdes claros como si fueran de cristal.
Ese día la niña llevaba consigo una cesta de flores.
* Señor, ultimamente lo veo mucho por aquí. Sera que hoy quiera comprarme unas flores?
- Lo siento pequeña, pero no tengo dinero.
* Siempre dice lo mismo. Es usted un mendigo?
- Algo así supongo.
* Tenga. Le regalare una flor.
La niña miro entre las pocas flores que tenia en la cesta y saco una pequeña flor que el joven nunca había visto. Aun estaba a medio abrir pero su escasez de pétalos y su intenso color azul celeste con el centro negro la hacía preciosa.
*Es una jelea. Mi abuela dice que es la flor del destino
- Flor del destino?
* Si. Dice que si llevas una contigo te encontraras con lo que mas deseas. Como si fuera el destino.
- No suelo creer en estas cosas, pero espero que sea verdad esta vez.
El joven observo la flor cuidadosamente acariciando los pétalos mientras sonreía. Después de despedirse de la joven se dirigió d vuelta al mercado recorriendo otra vez las mismas calles una vez mas. Cuando llego a la calle principal la gente esta volviendo a sus casos y era difícil caminar. Entre la muchedumbre pudo ver al hombre de la capucha. Sin dudarlo empezó a perseguirlos entre la gente, sabia perfectamente las calles que iba a tomar por lo que no le tomo mucho tiempo alcanzarlo.
Lo agarro fuertemente por el brazo con miedo de que como en su sueño el suelo los separara y sin soltarlo lo giro lentamente para quedar uno mirando al otro. El hombre iba a descubrirse la cara cuando el joven lo tomo de la mano y comenzó a correr en dirección al bosque. En la plaza la niña y su abuela sonreían.
* Abuela, crees que hice bien en darle la flor?
~ Cariño, el destino es el destino y ninguna flor puede cambiar eso.
Siguieron corriendo como si su vida dependiera de ello. Alejándose del pueblo de camino a la casa del bosque. Cuando llegaron, casi sin respiración, se quedaron el uno mirando al otro otra vez.
+ No me va a soltar?
- No. no te voy a volver a soltar nunca.
+ No se de que me esta hablando. Nos conocemos?
Con los ojos abiertos como platos y al borde de las lágrimas el joven soltó la mano que había agarrado hasta allí.
- No me recuerdas?
+ Sabe quien soy?
- Eres Luhan. No?
+ Así que ese es mi nombre. Luhan, me gusta.
Una lágrima recorrió la cara del joven y como un impulso abrazo fuertemente a Luhan.
- Como pudiste olvidarme después de hacerme prometer que te encontrara.