Prólogo - La piedra

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Era una fría tarde de invierno, Andrés estaba encerrado en su habitación. Tumbado sobre la cama, observaba un extraño mineral que había encontrado durante una excursión al campo ese fin de semana. Bajo un árbol centenario, cuyas ramas habían sido afectadas ya por el paso del tiempo, allí se encontraba. Esa piedra captó su atención desde el primer momento. La gema poseía una forma hexagonal perfecta, rematada en punta en ambos extremos. Estaba formada por un mineral sólido y totalmente transparente, pero no eran estos rasgos los que captaban su atención. En el interior de ésta se encontraba un mechón de pelo dorado, que emitía un tenue pero cálida luz.

Andrés se maravillaba ante la gema, pasaron las horas y seguía escudriñando cada centímetro de su superficie, y la cálida luz que desprendía el mechón dorado lo reconfortaba. Por la noche, Andrés se desveló. Se dirigió al baño entre la oscuridad de la noche, con la gema en su bolsillo. Cuando fue a lavarse las manos, una gota de agua cayó sobre el mineral. En ese instante, los ojos de Andrés se cegaron ante el repentino resplandor que emitió la gema, y sus oídos ensordecieron ante el rugido atronador.

Para cuando Andrés pudo volver a abrir los ojos, ya no estaba en el baño de su casa...

Tierras de LandiurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora