Capitulo 2

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Luego de cortar, me levanté de la cama y fui al cuarto de mi madre.

–Mamá, mi vuelo sale mañana al medio día.

–Ok, ¿ya preparaste tus maletas?

–Una, me faltan dos o tres.

–Te vas por unos meses no a vivir alla.

–Si, pero Victoria no me dijo cuantos meses exactamente así que me llevo ropa de más por si acaso.

–Y luego vuelves con cinco maletas más –la miré extrañada por su comentario—. No me digas que estando allá no vas a comprar ropa. Por eso digo lo de las cinco maletas más.

–No voy a llenar tantas maletas con pura ropa.

–A mí no me engañas señorita. Yo sé la cantidad de ropa que compra usted, ve algo que le fascina y no duda dos veces en comprarlo. Saliste de mí, querida, por si no recuerdas.

–Lo sé. Tienes razón. Voy a terminar de empacar todo.

Encendí el televisor en un canal de música. Me dispuse a empacar todo, cuando terminé eran la una de la mañana. Me acosté en mi cama y caí en los brazos de Morfeo. A la mañana siguiente, desperté por culpa de la alarma, eran las diez de la mañana, me levanté y fui directo al baño, me bañé, salí y me vestí. Al bajar, encontré a mi madre haciendo el desayuno.

–Buenos días, bebé –saluda ella, girando a verme.

–Buenos días –respondo, acercándome a ella para besar su mejilla.

Nos sentamos en la mesa a comer tranquilamente. Luego de desayunar vi la hora en el reloj de la cocina, las 11:15 de la mañana, en 45 minutos salía mi vuelo.

—¿Me ayudas a bajar mi equipaje? Debo salir pronto.

—Claro.

Al bajar todo, llamo a un taxi para que viniera a buscarme.

Luego de cinco minutos, el taxi llegó, y con él, el momento más difícil, despedirme de mi mamá. De la mujer que me tuvo nueve meses dentro. La que soportó mis rabietas durante mi adolescencia.

–Ma, tengo que irme.

–Lo sé –su voz sonó entrecortada, fijé mi vista en ella y tenía los ojos cristalizados.

–No llores, no me voy para siempre.

–Te voy a extrañar demasiado —dijo, abrazándome—. Estoy muy orgullosa de ti, bebé, lograste cumplir uno de tus sueños e irás a cumplir otro. Disfruta mucho tu viaje.

–Gracias. Yo también te voy a extrañar.

Dicho esto, salí de la casa y mamá me ayudó a llevar las maletas hasta el taxi, el taxista se bajó y subió el equipaje a la maletera. Subí y nos dirigimos al aeropuerto. Al llegar, le pague al taxista, él se bajó para ayudarme con las maletas.

–Gracias –le dije cuando terminó. Él subió al auto y se fue. Agarre el equipaje y entré a la gran construcción que se encontraba delante de mí.

Saqué mi teléfono y vi la hora, 11:35 am, aún faltaba para que el avión llegara. Llevé el equipaje a embalar. Sólo me quedé con un bolso de mano. Al terminar me dirige a la cafetería, estaba casi llena, sólo quedaba una mesa libre.

–Un capuchino, por favor –le dije a la muchacha que se encontraba detrás del mostrador.

Al entregármelo le pagué y me fui a sentar en la mesa que continuaba libre. Las cosas que hice y viví en Nueva York llegaron a mi mente, me iría de aquí, me alejaría de mi madre, ambas nos extrañaríamos mutuamente, en Victoria, en las modelos que eran mis amigas. Mi padre me hacía mucha falta, si estuviera con vida estaría orgulloso de mí, al igual que mi mamá. No tenía a alguien que ahuyentara mis futuros novios, que me negara el acceso de ir a fiestas a pesar de tener la mayoría de edad, pero no la permitida para pedir alcohol. Me puse a pensar en cómo serían las cuatro chicas que irían por mí al aeropuerto. Como sería la ciudad, ya la he visto por fotos pero no es lo mismo verla en un pedazo de papel que tenerla en frente y contemplar su belleza.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2014 ⏰

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