Prefacio

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Aquella tarde de verano de 2121 fue cuando todo acabó.

Llevaban varias semanas anucniando que el Apocalipsis se acercaba, pero los escépticos terrestres no se creían esa patraña ideada por los supuestos profetas que incluso habían salido en la televisión.

La familia Donovan, se encontraba en Florida, disfrutando de unas merecidas vacaciones en la playa, como tantos otros veranos. Esta vez estaban más contentos aún: su hijo, Michael, iba a conocer el mar. Tenía tres años recién cumplidos, habían pensado que ese sería un buen regalo de cumpleaños.

Cuando Michael nació, en un parto dificultoso de dieciséis horas, miró alrededor con los ojos bien abiertos, escrutando el espacio que le rodeaba, el mundo del que había comenzado a formar parte. Su madre, al cogerlo en brazos, había presentido que el destino de su hijo iba a ser grandioso.

Durante el viaje en el coche, el niño, inquieto, no dejaba de mirar por la ventana. Llevaba en la mano un avión de juguete, y de vez en cuando simulaba que era un piloto, lo que provocaba la risa de sus padres. Su hermana Karen no estaba tan contenta. Llevaba puestos sus cascos de música para aislarse del ambiente familiar que tanto asco le daba. Nunca había soportado ir a la playa.

El niño, mientras miraba por la ventana, se dio cuenta de algo. Había algo extraño en el cielo. Como era de esperar, no dudó en preguntar a sus padres, movido por esa curiosidad infantil tan característica.

-Mamá, ¿qué es aquello del cielo? -dijo, señalando.

La madre, desde el asiento del copiloto, lo vio. Si sus hijos hubieran podido ver la expresión de su rostro se hubieran asustado notablemente, porque la Sra. Donovan había reconocido el objeto. Era una bomba atómica. Se dirigía a toda velocidad a la superficie terrestre. Aunque su uso se había erradicado hacía más de cien años, aún había gente que se empeñaba en emplearlas. Las guerras entre países no habían acabado, a pesar de que la sociedad supuestamente había evolucionado.

En los últimos cien años, el derretimiento de los polos se había ralentizado, pero el nivel del mar había aumentado bastante. La antigua ciudad de los canales, Venecia, ya no existía. En su lugar, había un gran lago de agua salado al que habían llamado Mar Venio. Desde ese momento, los gobernantes de cada país habían empezado a entrar en pánico. La ONU se disolvió, dando lugar a un gran caos. Actualmente EE.UU es el país con mayor poder del planeta, pero también es el más peligroso para vivir. Al poseer el mayor número de armas del mundo, todos los otros países iban contra ellos. Los países subdesarrollados habían sido conquistados por los más desarrollados. Y aún entre esas alianzas había conflictos.

La Sra. Donovan le dijo algo a su marido, que solo él oyó. Después, contestó a su hijo.

-Nada, cielo, solo es un halcón. Pero llegaremos un poco más tarde a la playa; tenemos que tomar otro camino. -la madre trató de distraer a su hijo con palabras tranquilizadoras.

-¿Más tarde? ¿Por qué? ¡Quiero llegar ya! -hubiera llorado de no haber sido por la intervención de su hermana mayor, quien con malos humos contestó. El niño se removía en el asiento, inquieto, tratando de distraerse para ocultar las lágrimas.

-Quieto, enano. Como se te ocurra hacer alguna estupidez ya sabes lo que te espera -se pasó el dedo por el cuello. El niño, atemorizado, no se movió más.

El padre paró el coche en medio de la nada. Estaban pasando por un páramo desierto. Vivían en un pueblo, por lo que primero tenían que llegar a la ciudad si querían llegar a la playa. Pero parecía que en vez de acercarse a ella se estuvieran alejando. Y así era. Hacía rato que el Sr. Donovan había cambiado de dirección, muy sutilmente, durante la disputa entre los otros tres ocupantes del coche.

Minor IncantatemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora